Mes: Agosto 2014

Dos minutos y a la eternidad

La experiencia dolorosa que afectó al matrimonio de Marshall y Susan Shelley dejó una huella profunda en ellos y en los que leen el relato en cuanto a su hijo Toby y su hija Mandy. “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” Santiago 4:14 La fecha fue el 22 de Noviembre, 1991. Marshall Shelley y su esposa Sara jamás se olvidarán de ella. Anticiparon como cualquier pareja la llegada de un bebé que venía en camino. Marshall comenzó su relato de lo acontecido diciendo: “Estuve con mi hijo durante su vida entera – DOS minutos”. Entró en este mundo de luz y aire a las 8.20 p.m. y partió a las 8.22. Este matrimonio cristiano se preguntaba, “¿Por qué Dios permitió el milagro del nacimiento del niño y tan rápido llegó a morir? Fue un tiempo demasiado corto”. Nunca le vieron dar sus primeros pasos; apenas le vieron respirar. Su muerte dejó una variedad de incógnitas: ¿Le habría gustado el fútbol, o habría seguido otros intereses? ¿Cómo se habría llevado con sus hermanas mayores? ¿Le habría gustado reírse? Tantas preguntas y todas sin contestación. La pregunta que más le vino a la mente por meses fue ¿por qué habría creado Dios a un niño para vivir solamente por dos minutos? Marshall buscaba una respuesta. Muchos han buscado...

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La cruz de nuestro Señor Jesucristo (VI): el lugar de la reconciliación (a)

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo ser pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” 2 Corintios 5:21 Pablo establece en 1 Corintios 5:7 que la sangre del Señor Jesucristo es una protección de la ira que destruye, tal como la sangre del cordero de la Pascua lo fue al israelita: “Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”. La ira destructora no contradice el hecho de que Dios es amor, y que en su Hijo también coexisten estas dos características: “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira” (Salmo 2:12). Más aún, se nos habla de la “ira del Cordero” (Apocalipsis 6:16). Si la muerte del Señor fue la forma directa de obtener nuestro perdón y protección de la ira que merecíamos, entonces verdaderamente hemos sido comprados –cuerpo, alma y espíritu– por la sangre de aquel que nos salvó, y pertenecemos a él. Esto no sería posible si la muerte de Jesús fuera el resultado solamente de la maldad de sus enemigos, es más que eso, está la voluntad de Dios comprometida en su muerte en la cruz. El Señor nos redimió, nos rescató por precio, nos compró a nuestro dueño, en este caso, el dueño era “la maldición de la ley” (Gálatas 3:13) tomando la maldición sobre sí mismo… en el...

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La cruz de nuestro Señor Jesucristo (V): el lugar de la propiciación

Si Dios es amor, y Dios es luz, si en él no hay ningunas tinieblas, ¿cómo entonces puede, acaso, perdonar al pecador? “Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad” Salmo 6:8 Si aceptamos su enseñanza, debemos entonces concluir que debe existir una sobremanera poderosa razón que explica por qué un Dios de Amor actúa tan severamente en juicio con el pecado. La respuesta es que él es Luz (1 Juan 1:5), así como es amor (1 Juan 4:7). La ira de Dios, por lo tanto, está en armonía con lo que nuestro Señor enseñó y debemos, por tanto, encontrar un lugar donde se reúnen su amor y su luz, su amor y su santidad, cada una en plena satisfacción. Una vez obtenido esto podemos satisfactoriamente explicar su perdón amplio, libre y absoluto. Leemos en Romanos 3:23-26: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” Pablo no da explicaciones acerca de por qué Dios castiga. Más...

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URGENCIA DE LA RECONCILIACIÓN

Nuestro Señor Jesucristo dio enseñanza práctica sobre la necesidad de buscar la reconciliación en tiempo oportuno. Trató al auditorio como personas inteligentes, capaces de llegar a conclusiones. Nos exhorta lo mismo a fin de buscar la reconciliación con Dios. “¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?  Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel” Lucas 12:58-59. Habiendo hablado el Señor Jesús de la capacidad que posee el ser humano de distinguir las nubes en el cielo y pronosticar el tiempo por venir, luego nos llama a usar nuestra inteligencia para arreglar ciertas situaciones que podrían presentarse en nuestra vida. Podríamos llamar las instrucciones del Señor, “La Ley de la Virtud”. Tenemos el deber de ser templados, verídicos, justos, rectos, benignos, considerados. Somos llamados a actuar con justicia. El Señor destaca la importancia de reconocer una situación conflictiva y buscar una solución pacífica para que la “pena” correspondiente no se aplique. Es obvio que al culpable le corresponde humillarse, reconociendo su culpa. Si no lo hace, sufrirá el encarcelamiento y no conocerá la libertad hasta que la deuda esté cancelada. En resumen, al desobedecer a “la Ley de la Virtud”, ella llega a ser nuestro adversario y quien no...

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¿PUEDE DIOS ARREPENTIRSE?

Hablar de un Dios inmutable que se arrepiente parece una anomalía, pero es necesario entender esto considerando su carácter y en qué sentido Dios cambia. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” Santiago 1:17 Dios es presentado en las Escrituras como Aquel que nunca cambia. No obstante eso, en algunos pasajes Dios es llamado a arrepentirse y ya que el arrepentimiento significa un cambio, ¿cómo se entiende la anomalía? Moisés estuvo cuarenta días en el monte y el pueblo de Israel estaba acampado abajo. Viendo que Moisés tardaba en descender, se pusieron inquietos y decidieron independizarse. Desafortunadamente Aarón accedió a su sugerencia y con la contribución de los zarcillos de oro de las mujeres formó un becerro de fundición. Luego “edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón: Mañana será fiesta para Jehová” Éxodo 32:5. Para colmo, Aarón había dicho “éstos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” v.4. Moisés no sabía nada de lo que acontecía, pero Jehová veía todo y ordenó a Moisés a descender del monte porque el pueblo se había corrompido practicando la idolatría. En el dialogo entre Jehová y Moisés, Jehová expresó su INTENCIÓN de acabar con el pueblo y formar a otro con Moisés a la cabeza, Éxodo 32:10....

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