Mes: Mayo 2013

POR QUÉ JESÚS INSISTIÓ

Cuando el Señor Jesús fue bautizado por Juan Bautista en el río Jordán, el Espíritu Santo vino sobre Él, mientras que desde el cielo el Padre pronunciaba las palabras, “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” Mateo 3:17. Esto vino después de una conversación entre Juan Bautista y el Señor Quien insistió en que Juan le bautizara.   “Con Cristo estoy juntamente crucificado,… el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20   Durante los treinta años desde su nacimiento, el Señor Jesús crecía en estatura y sabiduría como cualquier ser humano. Aprendió el oficio de la carpintería, y vivió una vida tranquila en Nazaret. Hubo una característica personal suya, que seguramente llamaba la atención a los que le conocían; tuvo un desarrollo humano personal totalmente libre de cualquier debilidad que todas las demás personas. Su santidad personal fue insólita, y seguramente se comentaba su vida tan singular entre los familiares. ¿Fue por eso que Juan el Bautista se negaba a bautizarle, prefiriendo que Jesús le bautizara a él? Seguramente fue porque reconoció un nivel de santidad en Jesús superior a todo otro ser humano.   Si Juan Bautista bautizaba a los pecadores que se acercaban a él de diferentes partes sin manifestar ningún problema,  ¿por qué a Jesús se opuso? Hay una sola respuesta adecuada — Jesús no tuvo pecados de...

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LA CONFESIÓN DE LOS SAMARITANOS

En el evangelio de Juan capítulo 3 se relata una interesante entrevista que Jesús sostuvo con un hombre llamado Nicodemo. En el capítulo 4 Jesús sostuvo otra entrevista pero esta vez con una mujer. Hay diferencias entre los dos casos; uno era hombre y el otro, una mujer.   “Decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente ÉSTE ES EL SALVADOR DEL MUNDO, EL CRISTO.” Juan 4:42.   Era de noche cuando Jesús conversó con Nicodemo mientras con la mujer era al medio día. Conversó con Nicodemo en casa, mientras que la mujer estaba fuera de la ciudad donde había un pozo de agua. Nicodemo era un maestro muy instruido en la doctrina divina, mientras la mujer tenía poco conocimiento, aunque sabía que el Mesías había de venir. Sabemos el nombre del hombre, mientras se desconoce el nombre de la mujer, a quien identificamos como “la mujer samaritana”.   En el caso de la mujer, se ve un avance en su reconocimiento de Jesús. Comienza pensando que es solamente un judío con sed para luego pensar que es un profeta. Dijo que cuando viniera el Mesías, “nos declarará todas las cosas” Juan 4:25. Jesús le sorprendió con revelarle que sabía todo de su vida y ella terminó convencida que este desconocido conversando con ella era el Mesías...

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LA JUSTICIA DE DIOS REVELADA

El radiólogo es un médico con estudios posgraduados cuya especialidad es leer la placa de una radiografía y detectar en la imagen si hay algo como un tumor, o quiste, o desgaste del hueso, etc. Luego el radiólogo escribe su diagnóstico que sirve al médico tratante en su cuidado del paciente enfermo. ¿Sabía que en el Nuevo Testamento Dios ha dejado una radiografía del ser humano? También ha dejado un escrito de lo que ha hallado y luego indica el remedio que Él mismo ha provisto en vista de la grave enfermedad del paciente pecador.   “Aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,… la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia”. Romanos 3:21-22.   En Romanos 3, los versos 10 al 18 se delinean lo que el ojo de Dios ha detectado en el ser humano, es decir, evidencias del pecado residente en su ser. Dios revela lo que hay escondido dentro del alma y del corazón del ser humano. Incluye también ciertas evidencias del pecado que salen en la boca; “sepulcro abierto es su garganta. Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios” Romanos 3:13-14.   Por buena que sea la máquina que saca la radiografía, no es capaz de remediar una situación preocupante. De igual...

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Las cosas que no se ven son eternas

“¿Qué a ti?, Sígueme tú” Juan 21:22 Las experiencias personales producen reacciones diferentes según el carácter y estado espiritual de los seres humanos. Con respecto a lo que hemos considerado en los días previos, podríamos presuponer las respuestas que otros –nosotros–habríamos probablemente evidenciado. Por ejemplo, frente a un mínimo compromiso de alguien para con otro, el solo atisbo de atraso en su cumplimiento produce impaciencia, inquietud, desasosiego y la presión por obtenerlo pronto. Aun los creyentes, sabiendo de la presencia del Señor en la vida, de su voluntad y soberanía, caen en la simplificación de las circunstancias, se establecen rápidamente explicaciones y conclusiones se sacan con respecto de lo que pasó o no pasó, de porqué tal o cual está pasando por esta situación, de porqué me pasa esto, de que tal vez “Dios se olvidó de mí”. Piense el lector en la experiencia de José. De muy joven tiene dos sueños que generan resentimiento y desprecio en sus hermanos: él sueña que el sol, la luna y doce estrellas se inclinan ante él. Antes había soñado lo mismo con la figura de manojos después de la siega (Génesis 37:6-9). Notemos que la interpretación correcta no la hace él mismo sino su familia:  “¿Qué sueño es éste que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?” (Génesis 37:10), pero todo parece...

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Una fe de verdad

La fe puesta  en Dios mismo y lo que dice está esencial para disfrutar de las bendiciones celestiales. Los héroes de la fe mencionados en Hebreos 11 lograron sus hazañas coniando en Dios. Es bueno considerar el tema.   “Por la fe” Hebreos 11:3, 4, 5 etc.   De los personajes mencionados en Hebreos 11 hemos aprendido que la fe conlleva no recibir en este mundo lo que se espera. Esto no es un trato desleal de parte del que ha prometido, sino todo lo contrario. Su realización está asegurada, pero en la visión cortoplacista tan propia del ser humano, el creyente en Cristo cae muchas veces en decepción o desazón. De alguna manera, se espera ser recompensado o retribuido a corto plazo por haber creído en Cristo. Como si Dios nos debiera algo a cambio de haber creído en él. El que no cree funciona a un nivel mucho más bajo aún, espera que si se “porta bien” Dios le bendecirá, y si se “porta mal”, Dios le castigará. Este cristianismo de causa-efecto no existe en la Escritura. El Dios de amor ofrece al pecador arruinado, perdido en delitos y pecados, camino a la condenación eterna, la salvación. De pronto, hay esperanza, hay la posibilidad –la única—de escapar de la justa condenación, y la persona de Cristo brilla en su esplendor en la cruz, el sustituto perfecto, el...

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