Autor: daj

La Navidad según Dios

Ya se aproxima el fin de año, y con este la celebración de la llamada “Navidad”. Podemos aprender muchas cosas para nuestro provecho espiritual en este tiempo.   “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” Juan 1:14 Era fin de año. Un predicador comentaba desde el púlpito que ese año había recibido menos tarjetas de Navidad que en otras ocasiones. Además reparaba en el hecho de que las tarjetas recibidas podían considerarse como pertenecientes a dos tipos: unas con “motivos navideños”, llámese pesebre, animales, magos, estrella, camellos, figuras de María y José, y por supuesto, el “niño Jesús”.  Otro tipo de ellas mostraban imágenes totalmente diferentes a lo anterior, entre las cuales destacaban fotos familiares, pinturas famosas, paisajes y dibujos abstractos. La pregunta que este siervo de Dios hacía al auditorio, y que podemos y debemos hacernos hoy entre nosotros mismos es: ¿puede haber Navidad sin pesebre, sin establo, sin magos, pastores, estrella, niño? ¿Puede hacerse recordación de la venida del Hijo de Dios sin los elementos a los cuales estamos más acostumbrados visualmente? Bueno, de hecho sí es posible y no son necesarias para el hecho fundamental. De hecho, los eventos que rodearon la venida del Señor no son eventos aislados. Desde la perspectiva divina, lo que ocurrió en Belén es parte de una historia mucho más grande, que se esboza claramente desde miles de años antes,...

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Con forma de hombre (IV)

“Entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” Mateo 4:17 Probablemente todos estaremos de acuerdo en que la esencia misma consciente de Dios permanece imperturbable e inalterable por cualquier cosa que él ha creado. El no se asusta, no es sorprendido o hallado desprevenido. En la Escritura, no obstante se representa a Dios con emociones que son típicamente humanas: amor, odio, gozo, dolor, arrepentimiento y otras semejantes. Tales afirmaciones son otra vez expresiones analógicas desde una perspectiva humana. Sin embargo el caso del amor es un poco diferente pues sabemos que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Debemos, eso sí, necesariamente entender que este amor es infinitamente más puro, más intenso, más santo que lo que como hombres jamás llegaremos a comprender. Si amamos, es porque tenemos algo de esa imagen del amor de Dios en nosotros. Cuando en la Biblia se dice que Dios se arrepiente o es ofendido o que está celoso, significa sólo que él actúa hacia nosotros como un hombre lo haría si se viera agitado por tales pasiones producto de sus circunstancias, para nuestra comprensión de su santidad y su justicia, y de lo que deberíamos recibir como consecuencia. Lo anterior es frecuente en el antiguo testamento en los libros de poesía y profecía. Con el verbo encarnado en Jesús de Nazaret la naturaleza...

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Con forma de hombre (III)

¿Cómo sabemos acerca de Dios? ¿Qué sabemos de él? Existe una sola forma correcta y bíblica de representar y de conocer a Dios. En la vida, el ser humano conoce y comprende lo que les es ajeno por medio de analogías. Podemos comprender cuando la Escritura nos dice de Dios que él “aborrece a los que hacen iniquidad” (Salmo 5:5) o que “el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11) sólo porque algo conocemos acerca del odio y de la misericordia en nuestra propia experiencia. De alguna manera proyectamos nuestras vivencias con respecto a dichas cualidades. Cuando oímos reír a alguien realmente no sentimos la alegría de esa persona pero sabemos cómo nos sentimos nosotros cuando reímos alegremente, así que asumimos por analogía que los mismos sentimientos están produciendo la risa en el otro. Desde luego, este conocimiento percibido por analogía puede estar distorsionado por nuestros errores propios. David escribe: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmo 19:12). Cometemos errores con respecto a nuestros propios sentimientos y respecto de los de los otros. De la misma manera cometemos errores con respecto de la persona de Dios. La “imagen de Dios” en los seres humanos (Génesis 1:26, 27) es la que nos da un grado de analogía acerca de Dios en nuestros pensamientos, pero nuestras analogías desfiguradas nos pueden llevar con seguridad...

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Con forma de hombre (II)

“No estimó el ser igual a Dios” Filipenses 2:6   Ayer estudiábamos brevemente acerca de un hecho que constatamos muchas veces en la Biblia cuando ésta expresa, con relación a Dios, actos o reacciones que son propias de la naturaleza humana. Es una expresión metafórica donde los atributos de los humanos se le confieren a Dios con el fin de entenderlo. Por ejemplo, podemos leer en el Génesis “Jehová descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres” (Génesis 11:5). No es que Dios necesitara viajar desde el cielo para darse cuenta de lo que ocurría en la tierra. Más bien es un recurso que Dios emplea para acercarse a nosotros de tal manera que le podamos comprender sin ninguna confusión o duda respecto de qué es lo que quiere decir o lo que ordena en su palabra, para que notemos su afán en buscarnos y rescatarnos. Pero a la luz de la escritura vemos que el antropomorfismo es llevado a su máxima expresión en el hecho de que el Dios eterno se hace hombre y nace como tal: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre” (Lucas 2:7, ver también 1 Timoteo 3:16). No es un disfraz ni un maquillaje. Es Dios encarnado, manifestado en carne, glorioso como Dios, todopoderoso y...

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Con forma de hombre

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” Juan 1:7 Dios ha querido comunicarse con el ser humano desde el principio de su historia, de manera  directa y honesta. La Biblia describe desde el Génesis un Dios cercano y deseoso de beneficiar al hombre. Esto es contrario a la concepción general de que en el antiguo testamento tenemos un Dios lejano y poco interesado en el ser humano. Su interés le hace tratar con Adán, con Caín, con Noé, y con muchos otros como si fuera un semejante, hasta casi como si fuera un hombre él mismo.  Esta característica del trato que Dios tiene con el ser humano recibe el nombre de antropomorfismo, de antropos (hombre) y morfismo (forma), es decir, “con forma de hombre”. Por eso, entonces, leemos que Dios “miró” (Génesis 4:4-5), que “se arrepintió” (Génesis 6:6), que “se acordó” (Génesis 8:1, 20:29), entre otros pasajes. El antropomorfismo tiene que ver con expresar, con relación a Dios, actos o reacciones que son propias de la naturaleza humana. El objetivo es para la mejor comprensión nuestra de ciertos eventos, verdades o compromisos. Es para que comprendamos que los tratos de Dios con el ser humano son reales y para que lleguemos a comprender aunque sea sólo en grado mínimo el sentido que tienen algunas cosas para Dios. Podemos decir que el hecho de que la Biblia...

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