No con ejército ni con fuerza (4)

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Romanos 5:1 El propósito de Dios al hacer la santificación una travesía para toda la vida, en vez de un acto instantáneo al momento de la conversión tiene que ver, finalmente, con que Él hace todas las cosas para el mayor despliegue de su gloria. Él no conquista todos nuestros pecados en un instante, si bien podría hacerlo y perfeccionarnos ahora. Ha querido hacerlo cuando partamos de este mundo, cuando estaremos entre “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Hebreos 12:23). La promesa del evangelio es que al momento de poner nuestra fe en Jesucristo nuestra condenación es removida y somos declarados justos. No somos hechos justos, sino declarados justos. Un corazón cambiado por gracia tiene una más profunda motivación que una persona que lucha por lograr el favor de Dios mediante sus obras. El creyente tiene gozo al considerar su redención inmerecida y vive y obra en gratitud y amor por Cristo. Buscamos crecer en santificación, no para recibir el favor de Dios sino como resultado de haber gustado ese favor. Esto no elimina completamente el rol de la ley pero cambia nuestra relación con ella. La diferencia entre la santificación centrada en el evangelio y sus sustitutos basados en el rendimiento o performance es que la primera produce obediencia de corazón...

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