Mes: Julio 2016

Con esperanza, sin esperanza (I)

“No os entristezcáis como los otros” 1 Tesalonicenses 4:13 Cada día mueren en todo el mundo unas 150.000 personas. Es un número importante. La muerte está presente aun entre los creyentes. En la primera epístola a los tesalonicenses, Pablo está hablando a creyentes que han estado pasando por dificultades. Algunos de sus seres queridos, también cristianos, han muerto y por eso se han entristecido. El apóstol les anima a no entristecerse de la manera en que se entristecen las personas “que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13) ¿Qué le parece? Hay algunas personas en el mundo que viven sin esperanza. El mismo Pablo escribe a creyentes en otra ciudad y señala que aquellos que viven sin esperanza son los que no tienen a Dios ni al Señor Jesucristo en sus vidas. “Sin Cristo… sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12). Esta es una condición de mucha vulnerabilidad. Es una condición terrible, pues vivir en este mundo hostil sin vislumbrar siquiera un porvenir, y estar expuesto a la eternidad en la condenación es una perspectiva dolorosa y miserable. Sin embargo, la Biblia nos acaba de decir que esta es precisamente la condición de los que no tienen a Cristo en sus vidas. La muerte es motivo de profunda ansiedad y desasosiego y el contraste con los creyentes es enorme. Pablo reconoce que los cristianos se entristecen, pero...

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CUANDO EL HIJO VOLVIÓ

Referente a la historia del hijo pródigo, estudiantes bíblicos se han preguntado acaso alguna vez en su carrera recibiera consejos de cómo conducir su vida. Parece que vivió su vida como muchos jóvenes, sin pensar en el “pago del pecado”. Menos mal que supo recapacitar.   “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Lucas 15:17.   Los desbordes en la vida del hijo pródigo le llevaron a lamentar su necedad. Hizo bien en comparar la situación de los que estaban en la casa del padre con su propia deplorable situación. “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Lucas 15:17. No pudo poner marcha atrás para volver a su punto de partida. El camino que escogió para solucionar el problema de su angustia le devolvió la posibilidad de recomenzar. Las palabras bíblicas son gráficas y escuetas, “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” v.20.   El padre no dijo nada al hijo cuando llegó, sino que, dirigiéndose...

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Aleluya (II)

“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya!” Génesis 19:1 Ayer veíamos que lamentablemente se ha hecho una –mala– costumbre el sobreutilizar sin discernir el profundo significado de la expresión “aleluya” en estribillos, coros y canciones con temática cristiana. La realidad es muy distinta y hacemos bien en considerar el contexto en que “aleluya” se utiliza en el único capítulo del nuevo testamento, en Apocalipsis 19. La razón de alabar a Jehová con un “aleluya” conecta este pasaje con el capítulo 17 donde se presenta esta ciudad-mujer inmoral y perversa que pretende reinar con ropajes reales y un despliegue de grandeza (v. 1-4). El contraste es muy marcado pues el único soberano es Jesucristo. De él se dice en el mismo capítulo 17 “Él es Señor de señores y Rey de reyes” (v. 14). Entonces, la aclamación que dice: “¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro” (Apocalipsis 19:1) es la respuesta a este intento de engaño y suplantación. La caída de Babilonia es la razón culminante de la adoración a Dios por parte de la gran multitud en el cielo. Dios ha exhibido su poder incomparable en la destrucción de Babilonia que se sentó por un momento como la “reina” de los reyes de la tierra. La alegría y reconocimiento exultante de los creyentes y...

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Aleluya

“¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” Revelación 19:6 Aleluya es una transliteración de dos palabras hebreas y representa un llamado a la alabanza al Dios eterno. Literalmente “alabad a Jehová”, entendiendo como hemos dicho en ocasiones anteriores, que Jehová es el nombre propio del Dios de Israel dado por él mismo a su pueblo. Se refiere al Dios eterno, que se sustenta a sí mismo, sustentador de la creación, sin tiempo, sin causa mas él es la causa de todas las cosas. Entonces, constituye un llamado a reconocer a ése Dios incomparable. Encontramos esta expresión en los salmos, primeramente en el 104: “Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya” (Salmo 104:35). En los capítulos 111-113 cada uno comienza con un “Aleluya”, del 115-117 cada uno termina con esta expresión, y del 146-150 cada uno comienza y termina con ella. Aleluya no aparece en ninguna parte del nuevo testamento hasta Revelación 19:1, 3, 4  y 6 en el contexto de un cántico de los santos en el cielo: “Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro” (v. 1). Fue tomado por la iglesia primitiva en su ceremonial y vino a ser una manifestación característica de gozo...

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Donde Dios mora

“Jesús les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” Juan 2:19 El Señor Jesús ha desplegado su celo y ha purificado el templo de los mercaderes y cambistas en Jerusalén (Juan 2). Al ver esto, los judíos, entre impresionados y curiosos le preguntan: “¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?”. Jesús les responde con las palabras del texto del encabezado: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”. Ellos, en su ceguera espiritual, piensan que en su respuesta Jesús habla del templo de Herodes que era un edificio imponente que dominaba la ciudad y que el rey había construido en Jerusalén para congraciarse con los judíos que le consideraban un gobernante ilegítimo. Sin embargo, el Señor hablaba de su cuerpo que era el verdadero templo donde moraba Dios. Como el Hijo de Dios, él podía decir de su cuerpo que era verdaderamente la morada del Dios eterno. En realidad, por la pecaminosidad del pueblo judío Dios ya había abandonado el templo de ellos y más tarde este edificio sería destruido por el ejército romano en el año 70. Es que el hombre siempre quiere circunscribir a Dios a los límites de su propia naturaleza y acercarse a Dios a su manera. ¿Dónde se puede encontrar a Dios? ¿En un templo, una mezquita, una catedral? Cuando el hombre introduce sus ideas propias a los temas...

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