Mes: Noviembre 2015

Jesús: sumo pontífice que salva para siempre

“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” Hebreos 7:25 El Señor Jesús es el gran sumo sacerdote del creyente. Un sumo sacerdote que reúne en sí mismo características que ningún otro pudo haber reunido, como veíamos ayer. Este sacerdote es quien presenta la ofrenda definitiva por el pecado de la humanidad y a la vez es esa ofrenda definitiva, perfecta, inocente. Resulta interesante que el escritor bíblico cuando describe las características de este nuevo sumo sacerdote lo hace mencionando características de la víctima, del cordero, es decir, de la ofrenda: “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Hebreos 7:26). De todas las características de este sumo sacerdote ya hemos destacado la que Dios mismo destaca en su palabra, que permanece para siempre: “Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” (Hebreos 7:24). Ahora, como resultado de esto tenemos la segunda gran virtud suya: ya que permanece para siempre, puede también salvar para siempre. No hay aquí una fecha de vencimiento o expiración de su oficio ni tampoco de su obra. El Hijo de Dios murió en la cruz del Calvario como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ahora se nos enseña que además...

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Jesús: sumo pontífice que vive para siempre

“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” Hebreos 7:25 Desde el Antiguo Testamento los judíos y también algunos paganos reconocieron al Dios de Israel como aquel Dios creador, el Todopoderoso, que vive y reina para siempre. Tenemos como ejemplo al rey Nabucodonosor, cuando después que se humilla delante de Dios declara: “Alcé mis ojos al cielo… y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades” (Daniel 4:34). También el evangelio de Juan lo declara desde el primer capítulo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Éste era en el principio con Dios” (Juan 1:1-2). Asimismo el mismo Señor Jesucristo delante de los judíos hace mención de que este atributo le corresponde precisamente a su persona: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). En la historia humana hay innumerables ejemplos de individuos que han ejercido una influencia notable y positiva en su medio, la cual perdura en el tiempo mucho más allá de la vida de ellos. Ellos han muerto, pero su obra perdura. En el Apocalipsis precisamente se nos comenta acerca de los justos que mueren en el Señor:...

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Jesús: sumo pontífice que permanece para siempre

¿Qué le dice a usted la expresión “sumo pontífice”? Miremos lo que la escritura nos dice al respecto. “El Hijo de Dios permanece sacerdote para siempre” Hebreos 7:3 El pueblo judío a lo largo de su historia antigua se había acostumbrado al sacerdocio. Generaciones tras generaciones de varones de familias descendientes de Leví sirviendo primero en el tabernáculo y luego en el templo, con un paréntesis durante la cautividad en Babilonia, habían moldeado el concepto del pueblo acerca de la forma en que el ser humano podía y debía acercarse al Dios eterno y santo. Era necesario que alguien representara al hombre delante de Dios. De los sacerdotes, el sumo sacerdote era el más renombrado. Así lo dice la Escritura, resumiendo sus características y función: “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados (Hebreos 5:1). El sumo sacerdote es un hombre que actúa en favor de sus semejantes delante de Dios. El sumo sacerdote accedía una vez al año al Lugar Santísimo, donde entraba dos veces el mismo día presentando delante de Dios la sangre de un animal inocente muerto primero por sus pecados y en seguida por los pecados del pueblo. Esta realidad histórica a la cual los judíos habían estado acostumbrados por siglos...

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NAAMAN SANADO 2

Naamán hizo un viaje a Israel para consultar a Eliseo el profeta. En su cuerpo el gran general sufría de la lepra que le conducía a la muerte. Una muchacha israelita a quien él mismo general había llevado cautiva de su patria para ser sirvienta de su mujer, le insinuó que fuera a ver a Eliseo. En vez de dirigirse al profeta, fue primero al rey de Israel, quien se consternó. “Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y dijo: ¿Acaso soy yo Dios, para dar la muerte o dar la vida, y para que éste me envíe un hombre, a fin de que yo lo sane de su lepra? ¡Considerad, pues, y ved cómo él busca ocasión contra mí!” 2 Reyes 5:7. Eliseo supo y entró en acción. “Gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados.” Romanos  6:17.   El profeta supo de la llegada del sirio Y le mandó a decir, “venga a mí”. Naamán se presentó ante la puerta, Pero el profeta de su cuarto no se bajó. Envió un mensaje cortito y veraz. “Ve, y lávate siete veces en el río” “Tu carne te será restaurada, y limpio serás.” Pero el mensaje a Naamán no agradó.   Enojado, se alejó Naamán con su gente, No iba...

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NAAMÁN SANADO 1

En el Antiguo Testamento se relata la interesante historia de Naamán, Comandante en Jefe del ejército de Siria. En una incursión en Israel, se trajo a su casa una prisionera que llegó a ser la sirvienta de su señora. He aquí la historia en forma poética.   “Hay camino que parece derecho al hombre, Pero su fin es camino de muerte” Proverbios 16:25   Hubo un hombre, capitán del ejército, Importante y estimado, ante su rey. Hombre de guerra, valiente conocido, Solucionar su problema, no sabía con qué. Sufría Naamán de una enfermedad asquerosa, Que a la muerte le había de llevar. Sus medallas y hazañas del pasado no sirven Pues no pueden una curación efectuar.   Contra Israel batallaron los sirios, Y luego volvieron con mucho botín, Entre las muchas cosas traían prisioneros, Incluyendo una muchacha cual esclava a servir. En la casa de Naamán le tocó su servicio, A atender a la señora del gran general, Y en su trabajo supo la noticia, Que su amo sufría de la lepra, suplicio fatal.   Se acordó la muchacha de un profeta honorable, En Samaria vivía, su provincia natal, Se llamaba Eliseo, y la muchacha aseguró que “Le sanaría de su lepra, allá en Israel, su gran mal.”   “Ella dijo a su señora: –¡Ojalá mi señor se presentase al profeta que está en Samaria! Pues él lo sanaría...

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