Vulnerables, dependientes de Dios, victoriosos

“Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos” Salmo 44:3 El capítulo 21 del libro de Números es quizás el pasaje mejor conocido del cuarto libro de Antiguo Testamento. Jesús mismo se refirió al evento emblemático del capítulo cuando conversó con Nicodemo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado” (Juan 3:14). El capítulo tiene otras cosas que enseñarnos. Los Israelitas caminaban al sur de Canaán rumbo al destino escogido por Dios, donde habían de cruzar el río Jordán a fin de tomar posesión de la tierra prometida a Abram y sus descendientes. Pero, “cuando el cananeo, el rey de Arad… oyó que venía Israel por el camino de Atarim, peleó contra Israel, y tomó de él prisioneros” No sabemos cuál fue la razón por la que este rey Arad atacó a los Israelitas, excepto quizás por el temor a perder su territorio. De todas maneras, la captura de prisioneros que sufrieron los Israelitas produjo dos resultados inmediatos. Les hizo ver su vulnerabilidad y debilidad en vista de las batallas que iban a tener que pelear en Canaán para tomar posesión de su tierra, y esto les llevó a orar y comprometerse delante de Dios....

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