Mes: Junio 2014

Aleluya (II)

Ayer veíamos que lamentablemente se ha hecho una –mala– costumbre el sobreutilizar sin discernir el profundo significado de la expresión “aleluya”.Miremos más acerca de esto. “Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya!” Génesis 19:1 En estribillos, coros y canciones con temática cristiana se repite una y otra vez la expresión “aleluya”. Hacemos bien en considerar el contexto en que “aleluya” se utiliza en el único capítulo del nuevo testamento, en Apocalipsis 19. La razón de alabar a Jehová con un “aleluya” conecta este pasaje con el capítulo 17 donde se presenta esta ciudad-mujer inmoral y perversa que pretende reinar con ropajes reales y un despliegue de grandeza (v. 1-4). El contraste es muy marcado pues el único soberano es Jesucristo. De él se dice en el mismo capítulo 17 “Él es Señor de señores y Rey de reyes” (v. 14). Entonces, la aclamación que dice: “¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro” (Apocalipsis 19:1) es la respuesta a este intento de engaño y suplantación. La caída de Babilonia es la razón culminante de la adoración a Dios por parte de la gran multitud en el cielo. Dios ha exhibido su poder incomparable en la destrucción de Babilonia que se sentó por un momento como la “reina” de los reyes de la tierra. La alegría...

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Aleluya (I)

Aleluya es una transliteración de dos palabras hebreas y representa un llamado a la alabanza al Dios eterno. ¿Sabemos bien lo que significa? “¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” Revelación 19:6 Literalmente “alabad a Jehová”, entendiendo como hemos dicho en ocasiones anteriores, que Jehová es el nombre propio del Dios de Israel dado por él mismo a su pueblo. Se refiere al Dios eterno, que se sustenta a sí mismo, sustentador de la creación, sin tiempo, sin causa mas él es la causa de todas las cosas. Entonces, constituye un llamado a reconocer a ése Dios incomparable. Encontramos esta expresión en los salmos, primeramente en el 104: “Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya” (Salmo 104:35). En los capítulos 111-113 cada uno comienza con un “Aleluya”, del 115-117 cada uno termina con esta expresión, y del 146-150 cada uno comienza y termina con ella. Aleluya no aparece en ninguna parte del nuevo testamento hasta Revelación 19:1, 3, 4  y 6 en el contexto de un cántico de los santos en el cielo: “Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro” (v. 1). Fue tomado por la iglesia primitiva en su ceremonial y vino a ser...

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Preparación para recibir al Rey

Hay algunas fuentes de trabajo que donde todos los empleados efectúan una labor similar. Los miembros de las Fuerzas Armadas llevan el mismo uniforme y hacen el mismo trabajo. Los trabajos realizados por las secretarias no cambian mucho de oficina en oficina. Pero hay algunas personas que tienen ciertas especialidades y realizan labores específicas que otras no pueden hacer. Veamos uno de estos casos. “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” Juan 3:30 ¿Cómo sería tener que realizar un trabajo que nadie más fuera capaz de hacer? ¿Cómo sería recibir el encargo de cumplir una tarea y fuera Ud. el único llamado a hacerlo? Así fue la labor que realizó Juan el Bautista. Juan por cierto fue apartado desde el vientre de su madre para cumplir el rol del heraldo del Rey, Jesucristo. Debía ir delante del Rey anunciando su llegada y preparando a la población para recibirle. Juan el Bautista pasó muchos años de preparación de su corazón antes de realizar su trabajo. Cuando llegó el Rey, los mismos discípulos que creyeron el mensaje de Juan, luego de conversar con Jesús, abandonaron a Juan. El supo que así iba a ser y ya una vez había dicho: “Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él” (Juan 3:28). Juan entendió su rol y lo cumplió...

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Pintor del cielo

Mirar las montañas recién nevadas nos entrega un espectáculo de una belleza indescriptible. ¿Quién dibujó esos trazos blancos? Esa blanca y pura belleza pareciera demasiado simple como para evocar tanta perfección, pero así es. También sobrecoge en la mañana el ver anunciarse el sol por detrás de la cordillera, y cuando hay algunas nubes, tanto de mañana como al atardecer, los colores del cielo se entremezclan unos con otros. Hay tonos anaranjados, lilas, rosados. Pinceladas maestras que nos demuestran que el azar poco tiene que ver con esa belleza desplegada en el telón del cielo. Un poeta y cantante cristiano lo expresó con precisión. Don Moen escribe y canta: “Ninguno hay como Tú, Pintor del cielo, Estrella resplandeciente de la mañana, brilla en nuestras vidas”. Sin duda al artista le resulta más fácil plasmar en un papel, en una melodía o en una canción lo que los ojos de todo creyente perciben. ¿Se ha detenido a contemplar la creación, los trazos del pintor, las pinceladas del artista celestial? Continúa Don Moen: “Ninguno hay como Tú, principio y final, Fuego consumidor, enciende nuestros corazones una vez más”.  Sin embargo, el creador visita al hombre. Esto ya había sorprendido a otro cantor, al Rey David: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él...

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Dispensacionalismo (XV): La gran tribulación, el Rey viene

Qué mundo tan espantoso, Satanás dominando, el mundo violento y peligroso, con el día siguiente incierto y angustioso. Ni pensar en lo que será. El pecador inconverso en medio, indefenso en tu ciudad, en tu barrio, ¿en tu casa?. El que no quiso creer a merced del mal personificado, de la tribulación más grande que la tierra ha conocido. Leemos que el diablo perseguirá a Israel y le intentará destruir, pero Dios le librará (Zacarías 12): “En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén” (v.8-9) Después de dos mil años, Israel reconocerá su profundo error, cuánto se equivocaron y cuánta afrenta infligieron al Mesías, a su Mesías. En el dolor, la angustia y el temor cierto de la muerte se volverán a Yeshua Ben David, a Jesús, el Hijo de David, al Cristo, al hijo de Dios: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (v.10). Él derramará gracia, gracia...

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