Mes: Diciembre 2013

La contemplación de Cristo (3)

La contemplación sincera del Señor Jesucristo sólo puede traer bendición al alma. Quien ve las perfecciones del Hijo de Dios y le reconoce como su Salvador considerando su obra en la cruz,  recibe por la fe la vida eterna (Juan 1:12). “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” Hebreos 12:2   La bendición y gracia de Dios se derraman sobre aquel que mira con fe a Jesús. Hemos considerado brevemente a quién contemplamos y qué contemplamos en él. Ahora su persona nos lleva a preguntarnos: ¿cómo debiéramos contemplarlo? Puede haber muchas respuestas, pero de acuerdo con las Escrituras debemos mirar a Cristo… Con gratitud y amor. La escena es sobrecogedora pues el Dios-hombre, nuestro sustituto, el Cristo sufriente, padece en la cruz, “derrama su vida hasta la muerte”, es “contado con los pecadores” y lleva “el pecado de muchos” (Isaías 53:12). Muchos cuadros, dibujos y esculturas pueden hacerse de la cruz, pero ni siquiera se pueden aproximar a retratar lo que aconteció en el Calvario. Ese momento único e irrepetible en la historia, evento trascendental que cambió por siempre el destino del hombre y de la creación ahora redunda en la salvación y vida eterna para todo aquel que cree (Romanos 1:16). Con devoción y recogimiento. El que era santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y más sublime que los cielos (Hebreos...

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La contemplación de Cristo (2)

En la meditación de ayer, y con respecto de la persona del Señor Jesucristo, considerábamos la pregunta: ¿a quién contemplamos?  Vimos que la observación superficial de un ser humano que sufre no es una contemplación acabada, y más aún es insuficiente para la salvación. El es mucho más. “Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!” Juan 19:5 El apego, la simpatía y la solidaridad por sus sufrimientos no constituyen una respuesta adecuada y no es lo que Dios pretende de nosotros. Del estudio de las bienaventuranzas (Mateo 5) hemos comprendido que el Hijo de Dios no vino a sostener las demandas sociales ni culturales del ser humano, sino que a tratar con su condición y pecado, con el pecado del mundo (Juan 1:29). Entonces, ¿qué contemplamos en él? La mirada de fe ve mucho más de lo que los ojos de Pilato y los judíos vieron y entendieron: Su perfección y santidad. Contemplamos al hombre perfecto, sin pecado. De todos los hombres que han vivido Jesús es el único de quien nadie pudo decir que le fue encontrado algún pecado o falta (juan 8:46). En su carácter y obra él cumplió la ley de la santidad (Hebreos 4:15) Su compasión e intercesión. Vemos al hombre que se compadece de nuestras debilidades, que es paciente y...

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La contemplación de Cristo (1)

Considerar la muerte de Cristo conlleva a reconocer, una vez más, el horror de la injusticia, abuso, maltrato y odio hacia uno que solamente había mostrado bondad, misericordia y compasión. Uno que sólo había hecho el bien a los demás (Hechos 10:38). Previo a su crucifixión, Pilato le saca delante de la multitud portando una corona de espinas y vestido de una ropa espléndida de color rojo intenso. “Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!” Juan 19:5 El gobernador intenta soltarle apelando a mostrarlo como alguien que no representa la amenaza que los judíos dicen que representa y ridiculizando sus temores. Jesús es un simple hombre: “¡He aquí el hombre!”, ¡contemplad al hombre! (Juan 11:50). En realidad, lo que Pilato intenta hacer es apelar a su estado calamitoso con el fin de ablandar humanamente la ferocidad de sus acusadores. Éstos, impermeables a su dolor y a su dignidad rebajada y maltratada miran a Cristo y no saben que están frente al hombre perfecto, al hijo amado al cual debían mostrar “respeto” (Marcos 12:6). Uno puede preguntarse en el día de hoy si el ser humano no tiene acaso la misma simpatía y compasión superficial por Cristo que Pilato intentaba evocar en los judíos. Después de todo, no cuesta tanto compadecerse de un semejante que sufre....

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El que ama su vida la perderá: Ronnie Smith

Hace dos semanas, Ronnie Smith, un profesor de química estadounidense de 33 años fue asesinado mientras trotaba por las calles de Benghazi en Libia. Enseñaba química a niños en una escuela desde hacía ya 18 meses. El y su esposa tenían un pequeño hijo. En Octubre, islamistas militantes habían llamado a ejercer violencia contra ciudadanos americanos específicamente, y Ronnie fue víctima de esa violencia. Dijo el Señor: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” Juan 12:25   Lo notable de la historia es la carta que su esposa, Anita Smith, ahora viuda, ha escrito y que ha sido publicada: “Mi esposo y mejor amigo Ronnie Smith amaba al pueblo de Libia… el 5 de diciembre un pistolero cortó su vida. El felizmente habría dado muchos años más de su vida a Libia. Este país era muy diferente a lo que estábamos acostumbrados antes de venir, pero nos entusiasmamos con su cultura. Nuestra familia y amigos estaban preocupados por nuestra seguridad, y hablamos de esto más de una vez. Lo sabíamos, pero asumimos el riesgo porque creímos que la gente de Libia lo merecía. Ahora, después de lo que ha sucedido, no tengo dudas que ambos tomaríamos la misma decisión otra vez.” “Ronnie les amaba, especialmente a sus estudiantes. Dio lo mejor de sí para vivir...

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Aprender y reflexionar

El mundo actual deja poco tiempo para sentarse quietamente y reflexionar. Dios quiere nuestra atención; “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10). Lea la razón por qué. “Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.” Deuteronomio 4:39 El libro de Deuteronomio contiene cuatro discursos que entregó Moisés al pueblo de Israel antes de que él muriera. Los israelitas se preparaban para entrar en la tierra que Jehová les había prometido. Moisés entregó las instrucciones acerca de lo que debiera ser su comportamiento al comenzar una nueva etapa de su existencia. Su llegada a Canaán cuarenta años después de abandonar Egipto sería el comienzo de su vida nacional y el libro de Deuteronomio es la constitución que ha de regir en el país. Deuteronomio 4:45 dice: “Éstos son los testimonios, los estatutos y los decretos que habló Moisés a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto; a este lado del Jordán”. De  alguna manera, esto se parece a un fin de año pues, querámoslo o no, las circunstancias han de cambiar para nosotros. No sólo en el calendario ocurre un cambio, también en el ámbito laboral, escolar, familiar y personal. Es un final y un comienzo. Para evitar que las leyes fuesen olvidadas en esta nueva etapa, Moisés llamó...

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