Poder incomparable

La resurrección de Cristo, así como nuestra salvación, fue traída por nada menos que el poder divino. No existe nada como la salvación por buenas obras o los méritos personales. “Para que sepáis cuál es… la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” Efesios 1:18-20 Por ahí se escucha de cuando en cuando decir a la gente que se está “ganando el cielo” debido a una muy buena acción, o a la solidaridad para con algún necesitado. Notemos bien, la salvación es por poder divino, no poder humano. Cuando veamos muertos salir de la tumba por sus propios medios entonces esperemos ver seres humanos que se salvan por sus propios medios. El poder vivificador procede el Espíritu Santo. Pablo utiliza una expresión de mucha energía e intensidad para describir la serie de actos poderosos de Dios que redundaron en nuestra salvación. Este poder fue y es irresistible. Así como ninguno pudo retener a Cristo en la tumba, de la misma manera la salvación de un pecador es irresistible en cuanto Dios le da la vida eterna. No hay poder humano ni del maligno que pueda detener la obra de la gracia de Dios en el corazón del perdido cuando es alcanzado....

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