Para que el mundo sepa

El Señor se levanta resuelto. “Vamos de aquí”, dice, y salen todos camino del torrente de Cedrón, camino del huerto (Juan 14:31). Las “doce horas” del día durante las cuales ha gozado de la protección y cuidado del Padre están por terminar (Juan 11:9-10). Llega la noche, cuando será entregado, tomado, atado, juzgado, azotado, herido y crucificado. “Esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas” (Lucas 22;53). El no se ha levantado de la mesa para ir a morir por nosotros. Más bien su objetivo es el que le animó siempre, su norte y perspectiva. Dice a los suyos: “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago, levantaos, vamos de aquí” (Juan 14:30-31). Jesús se levanta y va hacia lo que sabe que se avecina, pero lo hace con el interés primario de mostrar su amor al Padre. Siempre fue así en su vida terrenal. Aún de niño habló de los asuntos de su Padre, en los cuales tenía que estar (Lucas 2:49), una vida entera dedicada al servicio, honor y glorificación de su Padre en los cielos. Tal vez debiéramos mirar un poco más nuestros motivos. Si somos creyentes, revisar el porqué y para qué hacemos lo que hacemos. ¿Es para tratar de obtener algún beneficio, alguna petición muy esperada que, esperamos, el Señor nos concederá...

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