En la entrevista que Jesús sostuvo con Nicodemo, Jesús le dijo tres veces que tenía que nacer de nuevo para entrar y ver el reino de Dios. Nicodemo no entendía la enseñanza de Jesús. ¿Acaso lo entiende Usted?

 

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.” Juan 3:14.

 

Jesús usó el ejemplo de los israelitas en el desierto cuando morían por causa de las mordeduras de las serpientes. En aquella oportunidad, Dios proveyó de un objeto para su vista y cuando lo miraban, quedaban sanos de su aflicción mortífera, recibiendo una nueva vida. En un sentido significaba para los Israelitas un nuevo nacimiento.

 

Lo que pasó con los israelitas fue una figura de lo que iba a pasar con Jesús en la cruz. El llegaría a ser el objeto de nuestra fe y mirándole a Él, creyendo en la Palabra de Dios, recibimos nueva vida, Juan 3:14. Hemos nacido todos de la carne, es decir, de nuestros padres. Como el nacimiento físico da origen a nuestra existencia en el mundo, así un nacimiento espiritual da origen a una existencia nueva de vida y nos prepara para vivir en el cielo. La Biblia dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” Juan 3:36. Cada persona que recibe a Cristo como Salvador se convierte en un hijo verdadero de Dios. Desde ya comienza a disfrutar de esta vida en la tierra, la cual tendrá su cabal expresión cuando lleguemos al cielo.

 

Los israelitas moribundos tenían la sentencia de muerte en sus cuerpos debido a la mordedura de las serpientes. Pero llegó la noticia que Moisés había levantado un asta en el desierto donde había una serpiente de bronce. El mensaje fue corto y preciso: “Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá” Números 21:8. En resumen, el viento mencionado en Juan 3, verso 8 es una referencia a lo que observamos en la naturaleza, y corresponde a lo pasa en el mundo espiritual. Como el viento se hace notar cuando está presente, así también se ve el efecto del Espíritu Santo con su poder. Cuando una persona cree en Cristo quien fue puesto en la cruz, el Espíritu Santo hace su obra de hacer que la persona nazca de nuevo. Del Cristo resucitado recibimos la vida. El Espíritu entra en la vida del creyente y la cambia para la gloria de Dios. Los israelitas mordidos se libraron de la muerte con solo mirar a la serpiente levantada. El pecador hoy día mira a Cristo reconociendo su condición de pecador y al creer en Jesucristo, se libra de la muerte eterna. ¿Acaso Ud. ha nacido de nuevo? –daj

Lectura Diaria:
Deuteronomio 26:16-27:26[leer]
/Amós 1-2 [leer]
/Lucas 13:22-35 [leer]