La roca era Cristo (III)
“Y todos bebieron la misma bebida espiritual” 1 Corintios 10:4 Israel recibió agua fresca y pura cuando tuvo sed. No obstante una vez más, antes de recibir ésa agua, habían mostrado su incredulidad y desconfianza hacia su Dios libertador. En Deuteronomio Moisés les recuerda que en realidad Dios tenía siempre un objetivo superior al material. No se trataba sólo de satisfacer necesidades físicas sino que todo tenía un trasfondo espiritual. La sed que sintieron tenía por objetivo atraerlos más hacia Dios: “te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos” (Deuteronomio 8:2). Dice Pablo a los Corintios que los israelitas “bebían de la roca espiritual que los seguía” (1 Corintios 10:4). Cristo estuvo siempre sosteniéndoles y dándoles agua espiritual. Podemos decir algo más de esa agua por lo que conocemos en el nuevo testamento. Ya que la fuente de esa agua era Cristo mismo, comprendemos un poco más de lo que él ofreció al pueblo de Israel en la historia que tenemos en Juan 4. Hablando con una mujer samaritana que iba al mediodía al pozo de Sicar a buscar agua, Jesús le dice: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame...
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