PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 5_3 — (089)

El mundo sería muy diferente si sus habitantes conocieran y practicaran el amor de Dios. El amor de Dios es evidente en su oferta de salvación al que cree en Cristo. De ahí, el amor se expande para incluir a otros.   “Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.” 1 Juan 5:3. Los eslabones en la cadena de amor tienen su comienzo en la fe ejercitada para nacer como hijo en la familia de Dios. Nos conduce a considerar la misma fe que permite al hijo de Dios vivir victorioso en un ambiente que milita en contra de la obediencia a los mandamientos de Dios. Obedecerlos le agrada a Dios. “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” v.1. Así comienza la bella experiencia de formar parte de la familia de Dios para vivir eternamente en la “casa del Padre” Juan 14:1. El recién nacido en la familia halla que no solamente “ama al que engendró,” es decir, ama a Dios, sino “ama también al que ha sido engendrado por él” o sea, a los que también son hijos de Dios. El cambio radical se ve cuando una persona que antes no conocía a Dios y no toleraba al que profesaba ser cristiano, al convertirse, halla que el odio es reemplazado por el amor;...

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