LA LECTURA DE LA BIBLIA 3
Conocer a Dios personalmente es la experiencia más álgida que pueda tener el ser humano. Aunque nacimos como apartados de él, a través del Señor Jesús, podremos tener el privilegio de conocer a Dios y llamarle Padre con toda propiedad. “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3. En su oración como sumo sacerdote antes de ir a la cruz, nuestro Señor Jesucristo nos da la clave para poder contestar la pregunta ¿cuál es el propósito principal de leer la Biblia? Cuando una persona recibe la vida eterna por medio del Señor Jesús, hay un deseo en el corazón de conocer más acerca de Dios. Sin embargo, es más que un conocimiento de detalles acerca de Él, como por ejemplo, que Dios es un ser espiritual, sabe amar, y está lleno de misericordia. Es más que un ser omnisciente, es decir, Él sabe todo. Cualquier puede saber detalles de los políticos en un país, o de sus empresarios, o de los astros del deporte. Este conocimiento no tiene comparación con aquel conocimiento íntimo que Dios quiere darnos de sí mismo. Conocer a Dios personalmente comienza cuando respondemos al impulso que da el Espíritu Santo, puesto que “habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” Romanos 8:15. Es una maravilla...
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