Mes: Enero 2011

DAD GRACIAS EN TODO

Es tan fácil decir “gracias”. No cuesta nada pronunciarlo. Dios espera que estemos agradecidos. Lea de la necesidad de practicar eso. “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Tesalonicenses 5:18. Años atrás mi suegra visitó Chile desde Canadá. Tenía alrededor de 70 años y no hubo caso que ella aprendiera el español. Cuando se volvía a su patria, se sentía muy complacida porque había aprendido decir una palabra en español. Cuando le preguntamos cuál fuera, respondió triunfalmente, “¡Gracias!”. Le felicitamos porque hay personas que domina el idioma y no lo dicen mucho. Entre las prácticas que caracterizan “los postreros días” se destaca la ingratitud. (2 Timoteo 3:2). Algunos padres trabajan “sobre tiempo” para enseñar a sus hijos a decir “gracias” cuando reciben un favor. Muchos no reconocen los actos bondadosos que otros les hacen. El texto de cabecera establece que la voluntad de Dios es que demos gracias en todo. Jesús mismo es un ejemplo perfecto. Cuando iba a alimentar a los cinco mil con los cinco panes y dos peces, tomó tiempo antes de comenzar la distribución dando gracias a Dios. (Mateo 14:19). Cuando Jesús instituyó la práctica del partimiento del pan, Jesús “dio gracias” en voz alta antes de partir el pan y antes de pasar la copa a los discípulos. “Dad gracias en todo.” ¿Lo...

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SEGURO EN EL PERDÓN DEL PADRE

A veces tenemos ganas de gritar a voz en cuello acerca de lo que tenemos en Cristo Jesús. Es tan grande la salvación que Dios regala a los que creen en Cristo. En pocas palabras queremos afirmar que ESTAMOS SEGUROS. Lea de esta seguridad. “Era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” Lucas 15:32. El Señor Jesús relató una interesante historia en respuesta a ciertos hombres religiosos que le criticaban por recibir a los pecadores y comer con ellos. (Lucas 15:2). Sin entrar a discutir con ellos, contó una historia destacando cuatro casos de cosas perdidas y lo que se hizo para hallarlos. Habló de una oveja que se perdió y del pastor que salió “tras la que se perdió, hasta encontrarla” v.4. Llegado a casa llamó a sus “amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido” v.6. Luego Jesús contó de una mujer que perdió una “dracma”, una antigua moneda griega de plata. Dentro de la casa ella se afanó por encontrarla e igual a lo que hizo el pastor, ella reunió “a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido” v.9. Ya se ve una gran diferencia entre el pastor y la mujer comparándoles con los fariseos y los escribas...

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SE PROHIBE ENTRAR

Martita cayó al hospital con una enfermedad contagiosa. Tuvo que se aislada que significó que ni aún su propia madre pudiera acercarse. Tiene una lección que conviene que todos aprendamos. “Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros,… testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.” Hechos 20:20-21 Años atrás una señorita llamada Martita se había amanecido enferma. Su mamá llevó al hospital. “Tiene que dejarla aquí, señora,” le dijo el médico. “Es difteria, pero no se aflija, luego le tendremos sintiéndose mejor.” Martita fue llevada a una sala y una cariñosa y competente enfermera empezó a atenderla. De la cama Martita podía mirar hasta el pasillo y entretenerse viendo pasar a las enfermeras, a los doctores, y a veces a algún enfermo en camilla. Pronto llegó el día domingo cuando las visitas tenían permiso para entrar, y Martita esperaba ansiosamente la llegada de su mamá. De repente la figura amada de su mamita apareció en la puerta con una sonrisa alegre. Empezó a entrar cuando una enfermera con mascarilla se adelantó para impedirla. “No, señora, usted no puede entrar. Esta sala es de aislamiento,” le explicó. “Pero, señorita, esa es mi hijita,” imploraba la mamá, “yo no tengo miedo a la enfermedad. Por favor, déjeme pasar un momento no más.” Con firmeza la enfermera...

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APRENDER A COMPROMETERSE

Prometer hacer algo o cumplir con alguna actividad requiere seriedad. Respetar los compromisos es una marca del cristiano. Consideren la importancia de ello. “No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió.” Josué 21:45. Los expertos que opinan sobre la sociedad de hoy destacan una tendencia mundial – la falta de cumplimiento de los acuerdos. “Nos juntamos mañana a las diez” dice un hombre a su colega. Al día siguiente, el que dijo “a las diez” llegó sin gran preocupación a las diez y media. ¿Qué pasó con el compromiso? Un hombre de negocios prepara papeles importantes para ser presentados en una repartición pública que cierra a las cuatro de la tarde el día viernes. Falta la firma de un colega. “Déjelos y estarán listos mañana al medio día”, dice la secretaria. El empresario volvió, pero la secretaria olvidó de pedir la firma a su jefe y pide disculpas diciendo que “ya se ha ido y no vuelve hasta el lunes”. ¿Qué pasó con la palabra empeñada? Saber cumplir con los compromisos asumidos debe ser una característica en la vida de cada uno. Desde el primer momento de su conversión, Pablo el apóstol se comprometió con el Señor. Saulo de Tarso fue convertido en las afueras de la ciudad de Damasco cuando perseguía su propio plan de acción....

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TENER LA PALABRA DE DIOS EN MENTE

Muchos cristianos de avanzada edad en el día de hoy se acuerdan de que cuando eran jóvenes memorizaban las Escrituras y cuánto bien les hizo. Es tiempo de renovar la práctica “En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti” Salmo 119:11. El primer día en el cual Josué asumió el liderazgo del pueblo de Israel, Dios le instruyó de una necesidad para evitar el fracaso en su vida. Josué había de guiar al pueblo para entrar en Canaán y luego tenía que repartir la tierra entre las once tribus. Por ser sacerdotes los miembros de la tribu de Leví no recibieron una región propia como las otras tribus, sino recibieron ciudades. Dios aseguró a Josué que podría contar con la presencia suya todos sus días. “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” Josué 1:5. En base de esto, Dios animó a Josué a esforzarse y ser muy valiente. Debía entender que esta exhortación no era para que se destacara más inteligente o más hábil entre sus pares; antes bien, que fuera obediente para hacer lo que Dios había determinado. “Esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni...

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