SIETE COSAS PRESTADAS 4
De todos los artículos prestados a Jesús, Él no se quedó con ninguno. Los usó y los devolvió. Así ocurrió con la tumba que José de Arimatea prestó y la recibió de vuelta tres días después. “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23:46. Jesús encomendó su espíritu al Padre. Impresionado por la forma en que Jesús murió, el centurión hizo una confesión de fe. No hubo largas horas de agonía como era normal con los crucificados, v.47. Los de la multitud “que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho” Lucas 23:48. No era para menos. Todos los conocidos de Jesús “y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas” v.49. Parece que nadie quería moverse; nadie sabía qué hacer, pues ahí estaba el Señor colgando muerto en la cruz. La séptima cosa mencionada en el evangelio de Lucas como prestada a Jesús es la tumba. José de Arimatea quiso hacer una atención al Señor por amor, no sabiendo que sería devuelta tan luego. José de Arimatea era miembro del concilio, y era “varón bueno y justo” v.50. Cuando el Sanhedrín había votado para entregar a Jesús para ser crucificado, José “no había consentido en el acuerdo ni en...
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