Buscando a los perdidos (II)

“He encontrado mi oveja que se había perdido” Lucas 15:6 En las parábolas de Lucas 15 vemos el esfuerzo de Dios por alcanzar a los perdidos. Tal es el interés que Dios pone en ello que, ante la crítica acerca del porqué él recibe a los pecadores,  Jesús les pone tres ejemplos que ellos comprenderían bien. Dios tiene tanto afán en salvar a los perdidos como lo tendría cualquiera de ellos que, teniendo un centenar de ovejas, descubre que una de ellas se ha perdido. Aquí pone la figura del pastor que al hacer el recuento de sus ovejas encuentra que hay una faltante. No es una pérdida que se puede absorber. El uno por ciento de las ovejas es demasiado como para quedarse tranquilo porque esa sola oveja es de mucho valor. De hecho, es de tanto valor que cualquiera dejaría las noventa y nueve restantes e iría tras la que se perdió “hasta encontrarla” (v. 4). Dios está demasiado preocupado por los perdidos como aquellos publicanos y pecadores que hará todos los esfuerzos por hallarles y salvarles. Irá tras ellos, conversará con ellos, les recibirá y comerá con ellos, dará su vida por ellos. El mensaje de la cruz nos habla del precio que el Hijo de Dios estuvo dispuesto a pagar por salvar lo que se había perdido, por usted y yo. Los fariseos y escribas...

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Buscando a los perdidos (I)

“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle” Lucas 15:1 En Lucas 15 Jesús nos enseña el mismo mensaje tres veces. Nos habla de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido. Podríamos llamarlo el capítulo de las cosas perdidas, aunque el mensaje de fondo va aun más allá. Nos muestra la posibilidad de entrada al reino de Dios para los despreciados, rechazados e indignos, y la exclusión de este de la élite religiosa. Ahora bien este no es un mensaje político. Fijémonos bien que se acercan Jesús “todos los publicanos y pecadores para oírle” (v. 1). Los publicanos y pecadores eran los que no podían acercarse al templo, no serían bienvenidos en una sinagoga, ni serían recibidos por los religiosos que se creían tan suficientes, santos y calificados para entrar en el reino de Dios. De hecho, esa es la “acusación” recurrente que los fariseos y escribas tienen contra el Hijo de Dios a lo largo del evangelio de Lucas (Lucas 7:39, 19:7). Es que según los religiosos un pecador no era digno de acercárseles. No ocurre así con Jesús. Aquel que dijo “no he venido a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32) tiene que juntarse con los pecadores para alcanzarles, tiene que efectivamente recibirles y cenar con ellos y no puede ser de otra manera (v. 2). En...

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Decisiones (VII)

“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” Salmo 37:5 Todo toma su lugar en el último capítulo de Rut. Las cosas se han ido dando de una manera tal que Dios ha ejercido su soberanía y ejecutado su plan a favor de los que son suyos, sin imponerse a la voluntad individual de cada uno de ellos. Llamamos providencia a este designio infinitamente sabio y benefactor de Dios que ordena todas las cosas para el bien de los suyos. Hemos aprendido que los errores se pagan y muchas veces se pagan caro. Noemí y Elimelec abandonaron al pueblo de Dios y al testimonio de su presencia por la expectativa de cosas materiales. Al hacerlo comprometieron la vida espiritual de ellos y de sus hijos. Toda la familia fue afectada por esta decisión. Sin embargo Dios es también, en su providencia, el Dios de la segunda oportunidad. El testimonio de Noemí a sus nueras redunda en la salvación de una de ellas, en Rut. Noemí decide volver a su pueblo y a Dios, y Rut decide dejar su pueblo y sus dioses por acompañarle. Mujer de gran nobleza y virtud, Rut se esfuerza y Dios le bendice desde el primer momento. Es guiada al campo apropiado y guardada allí. Booz, el dueño de aquel campo, hombre tal vez aun joven pero significativamente mayor que Rut...

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La bondadosa mano de Dios (II)

“El Señor es bueno” Salmo 101:5 Cometemos con Dios una injusticia cuando suponemos que él llevó a cabo todos sus actos poderosos y se manifestó a sí mismo con poder a aquellos en el tiempo antiguo, pero que no ejecuta maravillas o despliega su omnipotencia con los santos que habitan la tierra en este tiempo. Ayer hacíamos un llamado a revisar nuestras propias vidas. Seguramente podemos descubrir algunas circunstancias e incluso incidentes que nos hacen refrescar nuestra memoria y glorificar a nuestro Dios. ¿No fuiste nunca librado? ¿Nunca cruzaste por ríos sostenido por su divina presencia? ¿Nunca recibiste el perdón y restauración de parte del Señor? Un creyente había sido afligido en poco tiempo por varias circunstancias, bastante difíciles y una tras otra, él y su familia. Enterarse que habían chocado su vehículo ya fue demasiado para él y en un acto casi irracional empuñó su mano y dijo a Dios: “¿ya terminaste?”… Más tarde reconoció su profunda equivocación y avergonzado confesó al Señor su pecado. Es que es muy fácil olvidar los beneficios de Dios. El hombre es bendecido y se acostumbra a cierto nivel que pronto da por sentado. Luego construye expectativas por sobre este nivel y estas expectativas son cada vez más exigentes, cuando debiera reconocer que cualquier nivel es una concesión de Dios, partiendo por tener vida y pensamiento autónomo. El Dios que concedió a...

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La bondadosa mano de Dios (I)

“No olvides ninguno de sus beneficios” Salmo 103:2 Es provechoso reconocer la marca de la mano de Dios en las vidas de los santos de la antigüedad y observar su bondad en librarlos, cómo les mostró misericordia cuando les perdonó, su fidelidad al guardar su pacto con ellos. Pero más provecho aun sería el reconocer esta mano de Dios en nuestras vidas. ¿No debiéramos mirar nuestra propia historia y reconocer que de la misma manera que con los santos de la antigüedad, esta ha estado llena de Dios, de su bondad, de su verdad, de su fidelidad? ¿Es esto así o no? Hace unos pocos años se nos dio el consejo de lo necesario que es instituir tradiciones espirituales en la familia, y entre ellas una consistente en que, en la noche de año nuevo, cada uno los que están reunidos –aun los niños– anota en un papel tres circunstancias o eventos en que pudo ver o reconocer la mano de Dios en el año que está por terminar. Se comentan brevemente y agradece al Señor por ello. A veces son cosas por todos conocidas pero otras veces no. Luego estos simple papeles se guardan en un sobre con el número del año afuera para testimonio para el futuro, como recordación y punto de retorno. Es una buena idea para hacer propia. Si el lector es salvado esto debiera...

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