La mano de Dios (II)

Hace algún tiempo vimos una figura del lenguaje bíblico que se emplea para hacernos más cercana la imagen de Dios, su cuidado y sus obras: el antropomorfismo. En esta figura, a Dios –que es espíritu– (Juan 4:24) se le atribuyen características que corresponden a un ser humano y no a su naturaleza eterna y omnipotente. Es muy interesante e instructivo.   “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios” 1 Pedro 5:6 Ayer consideramos uno de estos antropomorfismos más preciosos, sus manos. No es que él tenga manos sino que es una analogía para que comprendamos mejor sus obras y actos perfectos y soberanos. Mencionamos las manos creadoras de Dios (Éxodo 20:11, Isaías 45:12), sus manos guardadoras (Juan 10:27.30), sus manos castigadoras (Hebreos 10:31). También en la Biblia se hace notar la mano de Dios como una mano de autoridad y reprensión, que disciplina a los suyos que han desobedecido. Tenemos el caso de Noemí, que junto con su esposo abandonan Belén y al pueblo de Dios para irse a los campos de Moab, pueblo con el que Dios había expresamente prohibido el contacto y vinculación debido a su idolatría (Deuteronomio 7:2-5). Pasándolo muy mal Noemí, ya viuda, emprende el camino de regreso hacia Belén señalando: “la mano de Jehová ha salido contra mí” y “el Todopoderoso me ha afligido” (Ruth 1:13, 21). Aquí vemos la mano del Señor...

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Profetas diligentes

Un profeta en la Biblia es uno que habla de parte de Dios. Anunciaban verdades divinas al pueblo así como también juicios por la desobediencia  la palabra de Dios. Si bien tenían vivo interés en los eventos futuros, no entendían necesariamente todo lo que escribían. Así, por ejemplo, respecto de Jesús sabían que habría de venir una persona mas no conocían exactamente su identidad. Esto no es así con nosotros, que ya sabemos. Leemos: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación” 1 Pedro 1:10. Pedro el apóstol quería animar a los cristianos para que ordenaran sus vidas a fin de estar bien preparados para cuando viniera el Señor. Quería animarles a preparar su mente para actuar sobriamente esperando la revelación de Jesucristo. Les instó a ser “hijos obedientes” y no conformarse con los deseos anteriores, producto de su ignorancia (v. 14). Pedro dio como ejemplo el testimonio de los profetas de la antigüedad, quienes querían estar seguros de esta salvación. Con diligencia indagaron y escudriñaron “qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos” (v. 11). Los profetas reconocían que el Espíritu Santo apuntaba hacia una persona que había de venir. El tema era de tal interés que se dedicaban a averiguar más detalles para así disfrutar de su venida cuando ocurriera. El...

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Las pruebas de Abraham (I)

“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23 Génesis 22 es un pasaje muy interesante, aunque muchas veces insuficientemente comprendido. Desde el principio la escritura nos deja claro el propósito de todo lo que ha de acontecer: es una prueba (“probó Dios a Abraham” (v. 1)). Dios le dice a Abraham que salga de la tierra donde habita y vaya a un lugar que le ha de mostrar (“uno de los montes que yo te diré”). Claro, hay una instrucción muy particular involucrada: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto” (v.2). Sin embargo, como veremos, las palabras de Dios no son nuevas para Abraham. Muchos años antes, Dios le había dicho algo parecido: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela… a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Es evidente el mismo patrón en ambas circunstancias, pero la primera vez que Dios llama a Abraham a salir confiando sólo en él, le hace una promesa múltiple: “haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas...

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Un buen ejemplo

Ser un buen ejemplo es una tarea difícil, pues un ejemplo no se establece con un solo acto. Un buen ejemplo es el producto de años de constancia sin variar. Lea del ejemplo de Pablo. “Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido” 2 Timoteo 3:14 Pablo el apóstol advirtió a Timoteo de “los malos hombres y los engañadores” que iban a seguir “engañando y siendo engañados” 2 Timoteo 3:13. En seguida tuvo palabras especialmente dirigidas a Timoteo: “PERO PERSISTE TÚ” (vea texto de cabecera). La vida de los cristianos en los primeros siglos de la era cristiana no fue nada de fácil. Había persecución por ser un seguidor de Cristo. Pablo mismo sabía que le iba a tocar morir martirizado. La segunda carta a Timoteo fue la última escrita por Pablo. La sombra de la muerte había caído sobre él. De todos modos, usa su propia vida como un ejemplo para animar a Timoteo a vivir para la gloria de Cristo, su Salvador. Con anterioridad había llamado a Timoteo a esforzarse “en la gracia que es en Cristo Jesús” y de lo que había escuchado de la boca de Pablo “ante muchos testigos” 2 Timoteo 2:1. Había trabajo que hacer y las condiciones adversas no deben ser un impedimento para no seguir adelante. Pablo se mantuvo firme y constante en su...

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La Palabra de Cristo more en abundancia

Vestirse es un acto normal de los seres humanos. Andar con ropa adecuada contribuye y mantiene los valores de la sociedad. De igual importancia es vestirse de las virtudes cristianas para que Dios sea glorificado. Lea la exhortación dada a los Colosenses. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” Colosenses 3:16 Pablo el apóstol usó la práctica diaria que cada uno tiene de vestirse a fin de exhortar a los cristianos en Colosas a vestirse con la ropa de las virtudes cristianas. Mencionó las virtudes de la misericordia, la benignidad, la humildad, la mansedumbre, y la paciencia. También hizo referencia al perdón con que Cristo perdona y dijo: “así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:13). Encima de todo como si fuera un abrigo, dijo, “vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” (v. 14). Si el amor fuese el elemento aplicado en la práctica de las virtudes cristianas, se daría forma al carácter cristiano completo. El amor en dependencia de Cristo tendría un efecto tranquilizador y “la paz de Dios” gobernaría cada corazón (v. 15). Además de vestirse con la ropa de las virtudes vistas externamente, la palabra de Cristo debe morar internamente en abundancia. ¿Cuál sería el efecto producido? Habría un sentir de...

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