AL BORDE DE LA TUMBA

En una pequeña aldea era enterrado un hombre de setenta años de edad. Podría haber sido un acontecimiento normal de la vida si el difunto no hubiese expresado el terminante deseo de que en esa ocasión no se hiciera ninguna ceremonia religiosa. Conozcamos más de esta historia. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna – Juan 3:16 El ataúd fue depositado en la fosa. A continuación hubo un largo silencio que al prolongarse, se tornaba sofocante. ¿Se iba a dejar el cementerio sin una palabra de consuelo para la familia y sin una oración a Dios? Nunca se había visto esto en la aldea. De repente, un creyente amigo de la familia preguntó a la viuda si podía decir algunas palabras. Como la respuesta fue afirmativa, leyó un versículo, el del encabezamiento, Juan 3:16. Luego hizo un sencillo comentario acerca del amor de Dios, quien dio a su Hijo para salvación de los hombres perdidos. Seguidamente encomendó a la familia y a todos los presentes a la misericordia de Dios. Después de esas palabras consoladoras, todos experimentaron alivio y se separaron. Nuestro amigo todavía estaba en el cementerio cuando fue interpelado por el sepulturero. “Señor,” le preguntó éste, “¿es usted cura o pastor?” –Ni lo uno...

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La tía Elsita

“De los olivares e higuerales de la Sefela, Baal-hanán gederita; y de los almacenes del aceite, Joás” 1 Crónicas 27:28 Cualquier artista se habría deleitado en poner lápiz al papel para dibujarla. Mujer menuda, ya con una edad más allá de los 80, con una larga nariz y mandíbula prominente. Se vestía de un abrigo color gris, a veces abotonado bien y otras veces equivocado. Usaba sombrero de felpa negra y parecía que se la ponía en un ángulo diferente cada vez que le veía. Ojos azules relampagueantes se veían tras marcos viejos y pelo blanco cubría su cabeza que contenía una mente muy activa. Fue durante un cruel invierno canadiense cuando se celebraban reuniones evangelísticas todas las noches. La tía Elsita vivía sola y nosotros le íbamos a buscar en el auto para llevarla a las reuniones. No faltó ninguna noche en cinco semanas. Noche tras noche, al entrar en el local, saludaba al predicador y le entregaba su opinión sobre el mensaje de la noche anterior. “Bien,” dijo en más de una ocasión, “le costó mucho predicar anoche, ¿no es cierto?” Y en verdad el predicador no se había sentido cómodo anunciando el evangelio. Se había equivocado y no citó bien los versículos. “Es verdad tía, no me salió tan bien” respondió el predicador. “Bueno, estoy orando por ti.” decía ella. El predicador agradecía su. Otras noches,...

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Afanarse por lo que realmente importa

“No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” Mateo 6:34 Todo el mundo quiere saber qué va a pasar en el día de mañana. Menos mal que no sabemos las cosas que nos van a suceder, pues tendríamos los nervios destrozados, con sólo preocuparnos por los problemas que nos sobrevendrían. La Biblia tiene un consejo excelente para nosotros: “BASTA A CADA DIA SU AFAN”. Es decir, El día de hoy tiene sus demandas y la fuerza que tenemos disponible es para hoy, así que, no vaya preocupándose del día de mañana, o de pasado mañana, pues la sobrecarga sería demasiada. Nuestro sistema nervioso tiene su capacidad limitada y si supiéramos algunas de las cosas que tendríamos que afrontar de aquí a una semana, nuestro sistema no podría aguantar el stress adicional. “BASTA A CADA DIA SU AFAN,” no solamente es un consejo divino digno de aceptar, sino muestra que Dios conoce muy bien el cuerpo humano y hasta donde llega su capacidad para llevar una carga. Si el Señor oculta de nosotros el conocimiento de los detalles de nuestro futuro personal, por lo menos revela algunos secretos acerca del futuro referentes al mundo. Él revela detalles que afectan a muchos y son eventos que acontecerán en gran escala. Por ejemplo, el libro del Apocalipsis...

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Jacob al final de su vida (III)

En este encuentro entre Jacob, José, Efraín y Manasés también hay una muestra de lo que Dios puede hacer en las vidas de quienes son suyos. Consideremos otros aspectos de esta historia. “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” Mateo 22:32 Jacob ha sufrido, lo ha pasado mal, pero al final es un hombre de Dios maduro y completo. Es cierto que le tomó muchísimos años el llegar a este estatus, pero lo ha logrado por obra de –en sus palabras– a “El Dios Omnipotente” (v.3), a “El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres” (v.15), a “el Angel que me liberta de todo mal” (v.16). Jacob termina su vida como un hombre espiritual, sabio, prudente, con discernimiento, con capacidad de bendecir a otros, con una historia de fe que contar. ¿Cómo será el final de nuestra vida? ya sea en juventud, madurez o vejez, si el Señor nos llama, ¿cuál será el legado espiritual nuestro? Vienen a la mente las palabras del apóstol Pablo: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). En esta escena también hay adoración. Eso es lo que destaca el versículo que vimos el primer día en hebreos 11:21, “Por la fe Jacob,...

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Jacob al final de su vida (II)

José trae sus hijos a Jacob. Se le ha comentado que “está enfermo” (v.1) y esto se refiere a una enfermedad o condición seria, a una condición ya en fase terminal, incurable. José lo entiende así y viene a su padre. Veamos más de esta preciosa escena. “Tu salvación esperé, oh Jehová” Génesis 49:18   Jacob parte su diálogo con José reconociendo que es un verdadero creyente, que tuvo un encuentro personal con el Dios eterno: “El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo” (v.3). Todo parte ahí, y Jacob reconoce que su vida en adelante no podría haber sido la misma sin ese encuentro. Jacob había sido mentiroso, envidioso, mal hijo, malcriado. Sin embargo Dios bendice a uno en base a su necesidad y propósito, no en su mérito, y Jacob comienza a enumerar las bendiciones de Dios para con él. Vemos evidente restauración. Una restauración que llegó tarde a Jacob, a los ciento treinta años (Génesis 47:9). Es un hecho evidente que la vida de Jacob cambió después de reencontrarse con José. Ahora él bendice. Entonces Jacob da testimonio de su conversión, reconoce los caminos de Dios (v.3-4), reconoce una prueba demoledora y haber experimentado un largo sufrimiento: “cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino” (v.7). ¿Aquí cada uno de...

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Mayo 2025
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