Dejad ir a éstos

“Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos” Juan 18:8 Había entrado el sol, y el Señor Jesús se encontraba en el huerto de Getsemaní, junto a sus discípulos. Ya había orado al Padre acerca de su muerte cercana, aceptando la copa amarga que significaría morir en la cruz. El Señor está con sus discípulos, mientras una turba se acerca, guiada por Judas Iscariote. Con un beso ha de indicar a los soldados quién es Aquel a quien quieran arrestar. Al identificarse como el YO SOY, nombre perteneciente sólo a Dios, los soldados caen postrados a sus pies, cosa que no estaba dentro de sus planes. Ya pasada la sorpresa y de nuevo en pie, insisten en llamarle Jesús nazareno. Inmediatamente el Señor Jesús les ordena que dejen irse sus acompañantes: “Si me buscáis a mí, dejad ir a estos”, dice. Es llamativo que en el despliegue de la fuerza religiosa del pueblo judío, Jesús ejerce un poder superior, él de un Rey Soberano. ¡Ordenó y se cumplió! El relato se halla en el evangelio de Juan, capítulo 18, los versos 1 al 11. Todo cristiano verdadero puede tomar consuelo de esta narración pues el Señor Jesucristo continúa ejercitando su poder soberano a favor de nosotros. Nada pasa en la vida del creyente sin que El lo permita. No...

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Las pruebas de Abraham (III)

Considerando la historia de vida de Abraham y su relación con Dios desde su llamado en Ur de los caldeos, vemos que la fidelidad de Dios a sus promesas hechas unilateralmente hacia él, y confirmadas una y otra vez por los hechos, han forjado en este hombre una fe inconmovible en Jehová.   “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23 Abraham supo que el carácter fiel de Dios significaba que El no rompería sus promesas. En el Génesis 22 leemos acerca del sacrificio de Isaac que Dios ordena a Abraham llevar a cabo. A la luz de lo que hemos considerado en los días previos con respecto a la experiencia previa de Abraham y a las promesas que Dios le ha hecho, entendemos claramente que Dios está probando a Abraham (v. 1). Dios no quiere en realidad que Isaac sea sacrificado. El hecho es que Dios ordena a Abraham algo difícil, manifestando ternura con su amigo. De hecho, en el original se lee “toma ahora, te ruego, a tu hijo” (v. 2). Dios da una orden difícil, pero lo hace tiernamente pues aprecia el costo de lo que está pidiendo. Dios aquí no está demandando. A continuación Dios con sus palabras recuerda a Abraham su pacto  (“tu hijo, tu único, Isaac,...

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Las pruebas de Abraham (II)

Vemos en la historia personal de Abraham que él recuerda las decisiones importantes que ha tenido que tomar cuando Dios le ha requerido, y que ha actuado siempre en consecuencia confiando en lo que le ha sido prometido. Sigamos considerando sus pruebas. “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23 En el gran contexto de su vida Abraham sabe y cree que Dios hará de él una gran nación. También sabe que la primera vez que Dios le llamó, le pidió que saliera de donde estaba y se encaminara hacia un lugar que luego le mostraría. Sin requerir ni necesitar más detalle, ha obedecido y visto que Dios siempre ha estado con él, que nunca le ha abandonado y que hasta ahora ha sido fiel a sus promesas. Es así como llegamos a una prueba bastante más cercana cuando ocurre el conflicto entre su hijo Ismael –cuya madre es la esclava egipcia Agar– con su otro hijo Isaac, cuya madre es su esposa Sara (Génesis 21). Lo anterior termina con Abraham echando a Agar e Ismael al desierto. No obstante, antes de que eso se lleve a cabo Dios asegura a Abraham que Ismael y su madre han de ser protegidos y que este hijo suyo también será padre de una gran...

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Las pruebas de Abraham (I)

“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23 Génesis 22 es un pasaje muy interesante, aunque muchas veces insuficientemente comprendido. Desde el principio la escritura nos deja claro el propósito de todo lo que ha de acontecer: es una prueba (“probó Dios a Abraham” (v. 1)). Dios le dice a Abraham que salga de la tierra donde habita y vaya a un lugar que le ha de mostrar (“uno de los montes que yo te diré”). Claro, hay una instrucción muy particular involucrada: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto” (v.2). Sin embargo, como veremos, las palabras de Dios no son nuevas para Abraham. Muchos años antes, Dios le había dicho algo parecido: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela… a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Es evidente el mismo patrón en ambas circunstancias, pero la primera vez que Dios llama a Abraham a salir confiando sólo en él, le hace una promesa múltiple: “haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas...

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Cuatro jóvenes (2)

“… llamados a ser de Jesucristo; a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” Romanos 1:6c, 7 Los Caldeos hicieron una incursión de guerra contra Israel and desde Judá trajeron a un grupo grande de adolescentes como botín de guerra. Fueron llevados cautivos lejos de su hogar. Al ver la calidad de jóvenes que habían llegado, el rey Nabacodonosor ordenó que se les otorgara una beca para estudiar durante tres años en lo que hoy día sería considerado como La Universidad de Babilonia. Los jóvenes judíos eran de la casa real, y se destacaban por su desarrollo personal e intelectual. La beca proveyó a los jóvenes de todo, o sea, una pensión completa. Y como si eso fuera poco, el rey les señaló “ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía” (Daniel 1:5). El encargado de llevar a cabo las órdenes del rey era Aspenaz, jefe de los eunucos, el capataz de los siervos del rey. Aspenaz tuvo a su cargo la selección de los jóvenes. Los requisitos fueron bien específicos: “…del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduria, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos...

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