El Incomparable

“El bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” 1 Timoteo 6:15-16 Lo dejó todo, la gloria y el esplendor de los cielos, para nacer en un establo. Era rico y se hizo pobre por nosotros. No tuvo los beneficios de una educación distinguida ni asistió a grandes escuelas, sin embargo a la edad de doce años asombró con sus respuestas a los eruditos doctores de la ley. Más tarde dominó los elementos, ya que anduvo sobre las aguas y detuvo la tempestad, sanó a una multitud de enfermos y resucitó a los muertos. Él que era puro y sin pecado, fue hecho pecado por nosotros. El príncipe de la vida, murió en una cruz. El único justo que hubo en la tierra murió por los injustos. Nunca escribió un libro y, sin embargo, ninguna biblioteca podría contener las obras que se han escrito acerca de Él. Nunca compuso un cántico, pero él es el tema de un incalculable número de himnos que le alaban en su gloria. Nunca fundó una escuela y, sin embargo ningún maestro tuvo tantos discípulos. Nunca reclutó un soldado y no obstante, ningún general ha tenido un ejército de tantos...

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Santidad a Jehová

Cada persona nacida de nuevo es considerada por Dios como un sacerdote y él espera que la ofrenda de alabanza esté continuamente en sus labios. Lea de Cristo, el Sumo Sacerdote. “Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ” Éxodo 28:36 En el tiempo en que los israelitas eran el pueblo de Dios designado, tenían un centro de reunión llamado el tabernáculo. Ocupó un lugar privilegiado entre las tribus pues era el lugar de encuentro que Jehová señaló para que la nación pudiera acercarse a Él. Ciertas familias de la tribu de Leví tuvieron el cuidado y el transporte del tabernáculo. Pero de esta misma tribu de Leví, solamente la familia de Aarón fue designada para servir como sacerdotes en el tabernáculo mismo. Tuvieron varios servicios que llevaban a cabo en el tabernáculo, especialmente en cuanto a las ofrendas y los sacrificios que el pueblo entregaba a Jehová. Aarón fue el primer sumo sacerdote y sus hijos eran sacerdotes. El sumo sacerdote en su rol de mediador entre el pueblo y Jehová tenía que vestirse con “vestiduras sagradas” que eran “para honra y hermosura” (Vea Éxodo 28). Se terminó el oficio del sumo sacerdote con la ascensión de Cristo al cielo y la venida del Espíritu Santo. En el día de Pentecostés, comenzó a existir la Iglesia, el Cuerpo...

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La pertinencia de la ley de Dios para el cristiano (III)

En la Biblia Dios destaca como un Dios redimidor. Constantemente quiere salvar a los suyos, y es constante y perseverante en esto. Sigamos considerando algo acerca de esta paradoja, la de la ley que demuestra la gracia misma de Dios. Antes de la caída de Adán no había necesidad de ley escrita. Esta era conocida por nuestros primeros padres. Después de la caída, sin embargo, surge la necesidad de una legislación escrita que pueda ser conocida, pues el hombre natural –ahora pecador– no buscará de suyo a Dios, y Dios debe dar a conocer su precepto a los hombres. Pero también debemos decir que antes de la ley escrita ya hubo ley, y quienes agradaron a Dios lo hicieron por conformarse a la ley que conocieron. Tal como Pablo escribe a los Romanos, existe una ley a la que todos nosotros nos debemos y somos responsables. El claro ejemplo de esto es Abraham, quien sin ley escrita en tablas, cumplió “la ley” de Dios: “Por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:5). Con la ley escrita se nos hace manifiesto lo que Dios quiere y, como veíamos ayer, se nos hace evidente nuestro pecado, nuestro incumplimiento e insuficiencia, y nuestra necesidad de salvación. Venido Cristo, leemos que  “la ley por medio de Moisés fue dada; la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). No es una contradicción, sino más bien una complementación. La ley fue dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad se hicieron evidentes en la persona de Jesús. Entonces, en Cristo, quienes hemos recibido este nuevo pacto somos hechos capaces de cumplir la ley de una manera en la que Israel no fue capaz. Esto no es a causa de quiénes somos nosotros, sino a causa de quién es nuestro salvador, por ser quién es Cristo. No cumplimos la ley por nuestra fidelidad sino por la fidelidad de Cristo. Leemos el Antiguo Testamento,...

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La pertinencia de la ley de Dios para el cristiano (II)

La ley de Dios está íntimamente relacionada con su gracia. De esto tenemos amplias evidencias en la Biblia.  “Pero yo no conocí el pecado sino por la ley” Romanos 7:7 Hay mucha gracia en la ley. Cuando Israel recibió la ley de Dios, recibió también la gracia de Dios. En primer lugar, Dios manifiesta gran gracia con su pueblo al comunicarles lo que requiere de ellos. Es específico, no les deja en la confusión. Los pueblos de Canaán tenían una gran confusión respecto de Dios, mas no así Israel, nación a la que se le revela un Dios que no demanda sacrificios humanos, no exige derramamiento de sangre humana, no les pide autoagresiones, ni otras aberraciones semejantes. De la misma manera que en ese entonces, Dios ha revelado al hombre actual lo que El demanda, y lo ha hecho por medio de su Palabra. No es necesario experimentar una sensación sobrenatural ni poseer algún don distinto. La gracia de Dios se ha manifestado ampliamente al habernos dado su Palabra escrita, disponible para ser leída y conocida. También Dios manifestó su gracia por medio de la ley, en el poder restrictivo de esta. La ley ordena el andar, permite y prohíbe, no deja en la ambiguedad. Deja el camino claro por donde el pueblo del pacto debe andar. Fue un seguro de vida para Israel en ese entonces. En un sentido más amplio, el pueblo del Nuevo Pacto –la iglesia– debe mirar la ley escrita como la gran herramienta de la gracia de Dios al acusarnos de su incumplimiento y al condenarnos. Dice Pablo: “Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7). Como ahora sabemos que somos pecadores, porque la ley escrita nos lo dice claramente, debemos ser salvos y nos compele a ser salvos....

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La pertinencia de la ley de Dios para el cristiano (I)

¿Lee usted el Antiguo Testamento? ¿Qué le parece la ley de Dios? Veamos algo de lo mucho que la Ley de Dios tiene para nosotros. “Escudriñad las Escrituras” Juan 5:39 La iglesia de esta edad, no obstante el tiempo que ha pasado desde que Dios habló en Sinaí, debe volverse al Antiguo Testamento. Alguien dirá que eso no está bien, que eso no es para este tiempo… pero esta es una concepción equivocada. Debemos volver una y otra vez sobre la ley de Dios, y razones tenemos muchas en la misma escritura: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 4:16). Esta es una primera y gran razón, y los cristianos haremos bien en buscar la voz de Dios para nuestra alma porque la ley de Dios ha sido inspirada por Dios. Una segunda razón está en la carta a los Romanos: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4). Es decir, seremos enseñados al considerar la ley, seremos ejercitados en la paciencia, obtendremos consolación, y se fortalecerá nuestra esperanza. ¡Qué gran conjunto de bendiciones! Otra razón es la misma ordenanza de nuestro Señor: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5:39), y Jesús se estaba refiriendo al Antiguo Testamento. Las razones son dos: en las escrituras del antiguo testamento está la vida eterna y también dan testimonio acerca de su persona. ¿No son razones suficientes para considerarlas? La ley es pertinente a la iglesia y a cada creyente del día de hoy, es para instrucción y esperanza de la iglesia, y esto puede sonar inesperado. Un lector que se considere “modernista” tendrá conflicto con esto, pero el pueblo de Dios...

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