Autor: rc

Acordaos de las palabras de Moisés

“Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo” Eclesiastés 12:8 Ya Moisés ha muerto y el pueblo le ha llorado. Su ausencia debe sentirse con fuerza en estos momentos transcendentales cuando el pueblo de Israel se apronta para cruzar el Jordán e ir a la conquista de Canaán. Dios da sus instrucciones a Josué asegurándoles la victoria en base a sus promesas y a que cuentan con él (Josué 1:1-6). Le pide esfuerzo y valentía y les exhorta a obedecer su ley. Dios también ratifica delante de Josué que Moisés fue un fiel siervo suyo cuando le dice “esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó” (Josué 1:6). No era, por supuesto, la ley de Moisés en cuanto a su origen, pero el siervo de Dios recién fallecido había sido tan fiel a las palabras oídas que era tal cual Dios quiso que fueran entregadas.  Dos versos más adelante Dios ordena a Josué que este libro no ha de apartarse de “su boca”. Es muy interesante, pues podría haber dicho que no se apartara de su mente, pero “de tu boca” da a entender que Josué no debía dejar de hablar las palabras de la ley de Moisés (de Dios) “nunca” (Josué 1:8). A continuación, Josué prepara el pueblo para la invasión...

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Acordaos de la mujer de Lot

“Acordaos de la mujer de Lot” Lucas 17:32 Esta es una advertencia solemne. Una mujer que fue casi salvada, pero que se perdió completamente. Casi salvada, aparece en la historia del Génesis 19 para desaparecer de nuevo. Tan pronto se menciona, su persona se desvanece. La ciudad en llamas estaba detrás, los ángeles le habían señalado la salida, su esposo e hijos van a su lado, el refugio escogido no está lejos, quizá a la vista… No obstante, casi salvada, pereció. Esta mujer fue privilegiada, tenía un marido que era un hombre de fe y justo (2 Pedro 2:7), recibió visitantes celestiales,  recibió una advertencia divina, vió a los malvados ser castigados. Su situación se parece a la de muchos en el día de hoy. Han escuchado el evangelio, del juicio que viene, de la vida eterna y el perdón de los pecados que se recibe gratuitamente por creer en Cristo. Tal vez tienen conocidos y familiares que también han escuchado lo mismo y que han creído, pero algunos han oído la advertencia divina, conocen del juicio de Dios, y sin embargo se pierden, muy cerca de haber obtenido la salvación. Esta mujer tuvo la oportunidad de ser salva pero la desperdició y el Señor Jesucristo le menciona como ejemplo terrible. Es una señal de alerta y de admonición, y la estatua de sal permanece como recordatorio en la...

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La cruz de nuestro Señor Jesucristo (XII): el lugar de nuestra unión con Cristo

El propósito de la cruz no es sólo librar al creyente de la culpa del pecado ante los ojos de Dios. Es también una parte esencial de la reconciliación que provee un motivo y también el poder para vivir una vida de santidad. Somos nacidos de nuevo, nuevas criaturas en Cristo, creados en Cristo Jesús para buenas obras. “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” Romanos 6:11 Hay otro aspecto de la verdad en cuanto a la muerte del Señor Jesús como nuestro sustituto, cuando por fe descansamos en la redención que es en Cristo Jesús: somos “unidos con él en su muerte”, o “unidos a El en la semejanza de su muerte” (Romanos 6:5 NVI, LBLA). En otras palabras, él murió como nuestro Representante, así como nuestro Sustituto, por tanto su muerte viene a ser nuestra muerte, y en él no sólo hemos pagado la pena del pecado, sino también hemos muerto al pecado, estamos “muertos al pecado” (Romanos 6:11). Esto quiere decir que el pecado no tiene más derechos sobre nosotros, y que nosotros no tenemos más derecho de hacer ninguna cosa con él: por derecho, y en pacto, hemos terminado con el pecado. Es esta unión con nuestro Representante y Sustituto lo que también nos da parte en su Resurrección, que significa que también nos corresponde por fe...

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La cruz de nuestro Señor Jesucristo (XI): el lugar hacia donde todos son atraídos

Hemos visto cómo la Biblia muestra el lado divino de la reconciliación. Cómo, sin merecerlo, podemos ser aceptables ante los ojos del justo y santo Dios a través del sacrificio de la cruz el cual su propio y eterno amor proveyó.  De nuestra parte, también, debe haber una genuina vuelta a Dios, o al menos, un genuino deseo de volverse a él, antes de ser salvos. “La benignidad de Dios te guía al arrepentimiento” Romanos 2:4   El nuevo testamento nunca enseña que la reconciliación con Dios es algo que él meramente impone unilateralmente en el hombre, no se impone de la nada. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:7) “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37-38)   Debe haber un deseo honesto de abandonar el pecado, pues de otra manera no puede haber genuina fe en el Salvador, quien murió para salvar a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21), no en ellos. Esto no contradice el hecho de que...

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La cruz de nuestro Señor Jesucristo (X): el lugar donde el Hijo de Dios murió en lugar de todos

El Hijo de Dios fue el rescate en lugar de muchos, un sustituto en beneficio de todos.   “La redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás” Salmo 49:8 El Señor Jesucristo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, como una carga que le oprimió de la misma manera que una carga física: Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6). No fue virtual, fue real. Él fue hecho maldición por nosotros, maldición que la ley impone sobre aquellos que no la cumplen. Esto se expresó visiblemente en una muerte que la ley considera “maldita”. Así se cumplen las palabras del profeta: “él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). Así, él fue el rescate en lugar de muchos, un sustituto en beneficio de todos. Pablo nos enseña el mecanismo que hace posible nuestro perdón y salvación: nuestro pecado recibió la “paga” que demanda, nuestro rescate-sustituto fue identificado con ese pecado y fue clavado a la cruz, llevándolo en su cuerpo sobre aquella cruz. Así fue posible para Dios ser justo y además justificar al que tiene fe en Jesús (Romanos 3:26). La muerte de Cristo es la propiciación por nuestros pecados y los de todo el mundo de la siguiente manera:...

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