Autor: rc

Más que un carpintero (III)

En su pueblo natal, Jesús no fue apreciado y sólo le trataban como un simple carpintero. No obstante, igual manifestó su misericordia en ese lugar sanando algunos enfermos. “¿No es éste el carpintero, hijo de María…?” Marcos 6:3 Los asistentes a la sinagoga de Nazaret quedaron impresionados por las palabras de Jesús cuando tomó la profecía de Isaías y leyó un pasaje que proféticamente hablaba de Él (Isaías 61:1-3). Trataron de hallar una explicación de cómo un carpintero de su pueblo tuviera tanto conocimiento. El uso del serrucho y del martillo normalmente no tenían relación con un profundo conocimiento e interpretación de las Sagradas Escrituras. Acertadamente le reconocieron como “el carpintero”, y es interesante notar en su pregunta que decían “HIJO DE MARIA.” No mencionaron a José, que también era carpintero pero mencionaron a sus cuatro medio hermanos y dos media hermanas. Para ello, ningún carpintero sería capaz de manejar tanta sabiduría y también era miembro de una familia humilde. Fue precisamente ésta falta de aprecio para con Jesús que hizo que sus conciudadanos se escandalizaran de Él. La falta de fe en ellos fue un impedimento para apreciarlo. Jesús enseñaba para que tuvieran confianza en Él y para que reconocieran que era el esperado Mesías anunciado en las Escrituras. Jesús explicaba el fenómeno usando un conocido refrán, “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y...

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Más que un carpintero (II)

Para los discípulos, las palabras de Jesús eran de vida eterna. ¿Qué pensaban los demás? “¿No es éste el carpintero, hijo de María, … Y se escandalizaban de él“ Marcos 6:3 Nombrar a Belén, Betania, Jerusalén, Capernaum u otras ciudades de Galilea es mencionar los lugares que tienen que ver con el nacimiento y el ministerio de Jesucristo. Pero nombrar la ciudad de Nazaret es cuenta aparte. Después de ser bautizado y salir a predicar, Jesús estableció su residencia en la ciudad marítima de Capernaum situada en la orilla norte del Mar de Galilea. Un día Jesús llegó de visita a la ciudad de Nazaret y era día de reposo. Su costumbre era asistir a la sinagoga y comenzó a enseñar de las Escrituras. Hubo bastante auditorio y se admiraba de su doctrina. Decían los asistentes, ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que hace? Muchos quedaban atónitos al oír la calidad de su enseñanza. ¿En qué consistía? Sin duda, hablaba con convicción y certeza. A menudo Jesús decía, “de cierto, de cierto os digo,” y luego hacía pronunciamientos importantes. No había motivo para dudar de la veracidad de su enseñanza. Los dichos de Jesús estaban llenos de sabiduría y contenían una lógica irrefutable. Cuando hablaba de eventos futuros, indicaba detalles acerca de sí mismo, además de anunciar...

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10° mandamiento — contentarse con el Señor

“Porque ¿qué es vuestra vida?” Santiago 4:14 El apóstol Pablo tenía claro que su vida era una persona, “Cristo”: “Porque para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). No obstante, se pronunció explícitamente acerca de las cosas materiales cuando dijo: “Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado” (Hechos 20:33). Notables palabras de un creyente que tenía muy claro que los bienes terrenales no eran su objetivo de vida. Ya vimos que Jesús nos advierte contra la codicia y las riquezas que roban el alma y desvían la mirada de lo que es trascendente. El mensaje del décimo mandamiento nos es muy pertinente y para los creyentes es un llamado. El llamado es a reemplazar el deseo terrenal por un deseo eternal, reemplazar un deseo corrompedor por un deseo santificador. Debemos desear la persona de Cristo, la gloria de Dios, la comunión con el Dios vivo y verdadero, “las cosas de arriba”, el cielo. En el Salmo 73 Asaf reconoce el encantamiento de las cosas materiales, pero reflexiona y reconoce la vanidad de ella al entrar a la presencia de Dios (v. 17). Finalmente, debemos recordar que fue la codicia la que impulsó a Eva a comer del árbol prohibido: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó...

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10° mandamiento — No codiciarás

“No codiciarás” Exodo 20:17   El décimo mandamiento resume el primero y se cierra el círculo. Quien siempre desea o necesita más y más para “ser feliz” o para sentirse pleno busca y busca “otros dioses”. Dios fue muy claro en el primer mandamiento al decir “no tendrás dioses ajenos aparte de mí”, pero el hombre que codicia busca explícitamente otros dioses, tiene otros intereses. El mandamiento está dicho dos veces, luego es muy específico e importante. Podemos decir que este mandamiento tiene un aspecto materialista que resume el sentir espiritual del individuo. El que codicia tiene su tesoro en las cosas que se ven. Ahora bien, no es malo anhelar tener cosas y querer progresar materialmente, el problema es que anhelamos las cosas equivocadas y con una pasión desmedida. Este mandamiento es más detallado que los otros y alcanza el interior del corazón. Pareciera estar dirigido a quienes no se ven particularmente afectados por los primeros mandamientos, y en cierto modo pasa desapercibido. La codicia no se ve necesariamente, pero es un pecado destructor. Su gravedad máxima no es otra sino estorbar el resultado del evangelio como el mismo Señor Jesucristo expresara en la conocida parábola del sembrador. Notemos que Jesús enseña que “el engaño de las riquezas ahoga la palabra y se vuelve infructuosa” (Mateo 13:22). Es un engaño, las cosas materiales son un engaño, y ahogan la...

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DEVOLVIENDO LO PERDIDO (2)

“Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano” Deuteronomio 22:1. Lea los versos 1-4. En la ley de Moisés, se establece los principios de la “Ley de la Devolución”. Claro está que toca el caso de animales como objetos extraviados, y la ley establece el principio que afecta a todo objeto que no esté en poder de su dueño. Se espera que sea devuelto. ¿Acaso tiene aplicación al día de hoy y lo que es espera de nosotros? Una aplicación del principio para el cristiano es la necesidad de asumir la responsabilidad de devolver la propiedad de otro, o aún ¿qué paso su uno daña la propiedad de otro? Si accidentalmente causa una abolladura en un auto, lo correcto es dejar una notita para que el dueño se contacte con la persona que hizo el daño. La preocupación por la propiedad de otro es la que nos lleva a correr en auxilio de los accidentados, o rescatar a los ocupantes de una casa incendiada, o auxiliar a los damnificados por inundaciones. Hacemos todo lo posible para proteger la propiedad ajena. En una escuela superior en Jerusalén, un letrerito apareció en el tablero diciendo, “Accidentalmente quebré una taza azul que no era mía. Favor contactarse conmigo para que le pague el valor. – José Ploni.” Otra aplicación...

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