Autor: administrador

De en medio del fuego

“De en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz” Deuteronomio 5:22-24   Dios ha hablado, y lo ha hecho de una manera clara y directa. Entregó la ley a Israel en lo que fue un gran despliegue de poder, fuego y sonido atronador. Tal  presentación se entiende por la grandeza del evento, que es sobrecogedor y tremendo. Lo que ocurre es que Jehová mismo descendió al monte para entregar su ley, y el pueblo fue a su encuentro: “Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego” (Exodo 19:17-18). Tal vez no podemos dimensionar lo que esto significa. Fue un encuentro con el Dios vivo y verdadero, todopoderoso y temible. Dice el pasaje: “Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte” (Exodo 19:20). El pueblo temió, y reconoció que no estaban en condiciones de estar delante de este Dios tan alto, tan santo, tan puro y tan poderoso. Moisés les recuerda más adelante: “¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer?” (Deuteronomio 4:33). Ellos lo reconocieron también: “Hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Jehová habla al hombre,...

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La vida eterna (II)

“Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna” 1 Juan 2:25 La vida eterna se obtiene por recibir al Señor Jesucristo como el salvador personal (Juan 3:16). Como hemos visto, Dios ha enmendado lo que estaba estropeado proveyendo una forma –perfecta– de restituir la plenitud de esa existencia. Esta comunión con Dios es eterna, y no puede ser terminada. ¡Ah…! ¿pero y qué de los fallecidos? Los fallecidos creyentes no están muertos sino que duermen. Los cristianos no pueden morir porque tienen la vida eterna. Han pasado a la presencia del Señor. Creyeron en Cristo y se hizo realidad lo que él dijo: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Esa comunión vital ya no termina más. ¿Cómo podría acabarse? ¿Cómo podría perderse la salvación? ¿Cómo podrían morir los creyentes? En la historia de la resurrección de Lázaro, Jesús nos da un anticipo de la primera resurrección: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle” (Juan 11:11) ¡Qué emocionante pensar si así dijera el Señor de cada uno de nosotros los creyentes!, aunque para eso debiéramos haber partido de este mundo. En la hora que sólo el Padre sabe, el Hijo de Dios dirá “nuestro amigo David Jones duerme, mas voy para despertarle”. Él llamará de la tumba...

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La vida eterna (I)

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:16 El pecado ha arruinado la existencia del ser humano. No obstante, por virtud de la muerte de Cristo en la cruz, Dios ha enmendado lo que estaba estropeado. Ha provisto una forma –perfecta– de restituir la plenitud de esa existencia. Esta comunión con Dios es eterna, y no puede ser terminada. Lo grandioso de todo esto es que para los creyentes, al morir nuestros cuerpos, no experimentamos ningún quiebre en nuestra comunión con Dios en Cristo. Esa comunión es, más bien, perfeccionada, como dice: “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Hebreos 11:23). Esa comunión nunca termina ni terminará porque es eterna. Un momento acá en esta vida, con el cuerpo natural, con las sensaciones, dolores y vivencias de esta tierra. Un momento allá, en seguida, despertando a la nueva realidad, la de la comunión perfecta con el Dios eterno. El hilo conductor no se rompe en el salvado. Ya estaba durante la vida acá, y prosigue –perfecto– en la otra vida. Entre las dos realidades ¿qué hay? Existe la muerte, un paso crítico e inmediato a la presencia del Señor para todo creyente. Esteban nos lo reveló, cuando desde esta realidad terrena vislumbra extasiado la que...

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El Hijo del Hombre (III)

“Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy” Juan 11:28 En un texto precioso, Jesús enseña que su muerte fue un sacrificio vicario para la salvación de los suyos: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20:28). Esta idea de la expiación sustitutoria es un elemento nuevo en el concepto del Hijo del Hombre, y deriva de la comprensión de Jesús acerca de sí mismo como el siervo sufriente de Jehová (Isaías 53). El hijo del hombre es uno que sirve y que sufre. Jesús también usó este título para enseñar acerca de su segunda venida. Jesús retornará como el hijo del hombre desde el cielo en la gloria de su Padre con sus ángeles (Mateo 16:27). Primero se sienta a la diestra de Dios y entonces vendrá otra vez (Mateo 26:64), luego viene en las nubes (Mateo 24:20). Esta venida será inesperada (Mateo 24:27) y será en dos partes, primero para reunir a los elegidos, salvos por gracia, y luego para ejecutar el juicio de todas las naciones y la restauración de la justicia en el mundo “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria… ” (Mateo 25:32, 25:46, Hechos 17:31). En...

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El Hijo del Hombre (II)

“Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían” Salmo 2:7 En los evangelios la expresión “hijo del hombre” es usada por Jesús alrededor de 80 veces hablando de sí mismo en tercera persona. Es notable que en todas estas ocasiones nadie le ha llamado a él de esa manera sino que es un título que el mismo Jesús toma para sí. Así anuncia sus sufrimientos y muerte: “A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado” (Lucas 22:22). Jesús tomó este título mesiánico combinando en su persona su humanidad en humildad, con la perspectiva de la gloria, el juicio y el dominio futuro. El título nos habla de Jesús en su humillación, sufrimiento y muerte, junto con su glorificación futura. Esteban lo expresa con claridad: “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:56). Entonces, este título es complejo en tanto conlleva una multiplicidad de facetas y contextos. Envuelve su encarnación, sufrimientos, muerte, ejecución del juicio universal y toma del dominio eterno. Es un compendio de realidades con relación al Hijo de Dios que incluye su humillación y sufrimientos, su señorío en este mundo pecaminoso y...

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