Autor: administrador

De en medio del fuego (VI)

“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí” Habacuc 3:2 La ley fue entregada por Dios en una manifestación audiovisual sobrecogedora e imponente. Así tenía que ser pues Dios estaba comunicando al pueblo sus demandas, en sus propias palabras. De todo lo que se vio, lo importante fue lo que Dios habló de en medio del fuego a oídos de su pueblo, los diez mandamientos, que sabemos cuántos son pero no muy bien lo que son. Es verdad que en nuestro tiempo actual las palabras del Sinaí parecen lejanas y los 10 mandamientos algo simbólico, pero este cuerpo de leyes concretas no son registros arcaicos y que deban ser piezas de un museo. Lo cierto es que la iglesia de esta edad, no obstante el tiempo que ha pasado desde que Dios habló en Sinaí, debe volverse al antiguo testamento. Debemos volver a esta ley de Dios no sólo porque “toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 4:16). La razón es otra: la ley es pertinente a la iglesia y eso lo encontramos claramente en la epístola a los romanos. Pablo dice que por la paciencia, o mejor dicho la “paciente perseverancia” y la consolación de las escrituras la iglesia puede tener esperanza (Romanos 15:4). Es decir, ¡la ley del antiguo testamento es para instrucción y esperanza de la iglesia! Esto es algo inesperado. Un lector que...

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De en medio del fuego (V)

Santas palabras de nuestra fe, Traídas de arriba hacia esta edad, Vinieron a nosotros con sacrificio, Oh, las fieles palabras de Cristo escuchad. Santas palabras preservadas desde antiguo, En este mundo para nuestro andar, El corazón mismo de Dios en ellas resuena, Oh, que estas antiguas palabras nos enseñen, dejad.       — Ronnie Freeman Jr.   Dios ha hablado, y si Dios ha hablado, debemos confiar. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 4:16) y debemos defender su autoridad y perfección. ¡Son las palabras de Dios! Somos responsables de oírlas, enseñarlas y cumplirlas. Son palabras dignas de toda aceptación y crédito por parte nuestra. Las palabras humanas son dependientes del contexto, la madurez de quien las enuncia, su limitado conocimiento en el momento, y el contexto en el cual se desenvuelve. No podemos confiar en las palabras del hombre mas tenemos toda confianza en las palabras de Dios. La Biblia no es un libro que dice cosas ciertas acerca de Dios. La Biblia es la palabra de Dios. Si Dios ha hablado, confiamos en su palabra porque confiamos en él. Desconfiar de ella es desconfiar de Dios mismo. Al final el autor de estas palabras es quien sostiene la fe del corazón dubitativo. Sabemos quién habló y nuestras dudas desaparecen. No haya desconfianza de nuestra parte en la misma palabra de Dios. Ella es nuestra esperanza para esta...

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De en medio del fuego (IV)

“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí” Jeremías 15:16 Si Dios ha hablado, entonces el cristiano debe hablar en nombre de Dios también. El verdadero creyente ahora conoce a Dios y lo que el ha hablado. Tiene, por lo tanto, la autoridad para hablar, conversar, predicar y enseñar según las Escrituras pues son las mismas palabras de Dios, que una vez oyó y obedeció. Debe hacerlo con fidelidad. Este mandamiento es constante en la Biblia partiendo por enseñar las palabras de Dios en la familia a los hijos y en la sociedad (Deuteronomio 4:10). ¿Hemos hablado sus palabras a nuestros semejantes? ¿Se oye su palabra en nuestros hogares, en nuestra mesa, en nuestra conversación? Dios ha hablado, y su revelación es tan exclusiva y excluyente que él advierte contra añadirle o quitarle (Deuteronomio 4:2). Lo que Dios habla es para nuestro bien. Nos quiere enseñar su voluntad, buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Sus advertencias y ordenanzas son todas para que seamos felices y nos vaya bien, y no suframos las inevitables consecuencias de la desobediencia (Deuteronomio 5:29). Dios ha hablado también para nuestra redención. Cuando pensamos en redención, nos es fácil y directo pensar en la cruz y la muerte de Jesús por nuestros pecados, pero esto es la consumación del plan de Dios y de su revelación en cuanto a la redención. A lo largo de...

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De en medio del fuego (III)

“A fin de conocerle” Filipenses 3:10 Cuando miramos a la cruz vemos la misericordia de Dios, pero en el monte Horeb también hubo misericordia. El hecho que Dios haya hablado es también una manifestación de su misericordia. Dios nos permite oír su voz. El mundo funciona como si Dios no hubiese hablado pero esa habría sido una catástrofe. Si Dios no hubiese hablado ningún ser humano jamás estaría en lo correcto y ninguno equivocado. Mas si Dios si ha hablado entonces todo cambia y la más alta aspiración humana debiera ser escuchar lo que el creador ha dicho. El punto es que Dios muestra su misericordia no solamente en la cruz sino también en su revelación, en el hecho de que nos ha revelado sus pensamientos y manifestado su voluntad. En este hecho hay gran condescendencia para con el hombre. Son las palabras de Dios dadas a nosotros para que podamos encontrarnos con él. Esto tiene varias implicancias para nosotros, seres humanos finitos y falibles. Si Dios ha hablado, entonces podemos acceder al más alto y más grande conocimiento que cualquier oído humano pueda oír, y no podemos quedar como si no lo hubiésemos oído, no podemos quedar como si no lo supiésemos. Somos responsables de lo que hemos oído. Si Dios ha hablado, lo sabemos sólo por su misericordia. No hay orgullo en nuestro saber porque todo lo...

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De en medio del fuego (II)

“Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra” Isaías 66:5 Con la entrega de la ley, que en sí es una revelación directa de parte de Dios, a Israel se le recuerda no sólo lo que ella contiene, los preceptos y mandamientos de Dios, sino el contexto en el cual esta ley fue entregada. Es un contexto dramático, un  escenario sobrecogedor: “Y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad;  y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis.  Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra” – Deuteronomio 4:11-13 Este es un Dios que se ve sino uno que es oído. El contraste con los ídolos es brutal. Los ídolos son vistos pero no se escuchan, no hablan. El único Dios verdadero habla y es escuchado, desde el fuego, pero no se ve. Oír la voz de Dios no es algo que Israel mereciera, ni tampoco nosotros. Es una manifestación de misericordia y condescendencia. Moisés les está intentando mostrar que lo que ellos han presenciado y lo que han oído es algo que no...

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