Autor: administrador

URGENCIA DE LA RECONCILIACIÓN

Nuestro Señor Jesucristo dio enseñanza práctica sobre la necesidad de buscar la reconciliación en tiempo oportuno. Trató al auditorio como personas inteligentes, capaces de llegar a conclusiones. Nos exhorta lo mismo a fin de buscar la reconciliación con Dios. “¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?  Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel” Lucas 12:58-59. Habiendo hablado el Señor Jesús de la capacidad que posee el ser humano de distinguir las nubes en el cielo y pronosticar el tiempo por venir, luego nos llama a usar nuestra inteligencia para arreglar ciertas situaciones que podrían presentarse en nuestra vida. Podríamos llamar las instrucciones del Señor, “La Ley de la Virtud”. Tenemos el deber de ser templados, verídicos, justos, rectos, benignos, considerados. Somos llamados a actuar con justicia. El Señor destaca la importancia de reconocer una situación conflictiva y buscar una solución pacífica para que la “pena” correspondiente no se aplique. Es obvio que al culpable le corresponde humillarse, reconociendo su culpa. Si no lo hace, sufrirá el encarcelamiento y no conocerá la libertad hasta que la deuda esté cancelada. En resumen, al desobedecer a “la Ley de la Virtud”, ella llega a ser nuestro adversario y quien no...

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¿PUEDE DIOS ARREPENTIRSE?

Hablar de un Dios inmutable que se arrepiente parece una anomalía, pero es necesario entender esto considerando su carácter y en qué sentido Dios cambia. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” Santiago 1:17 Dios es presentado en las Escrituras como Aquel que nunca cambia. No obstante eso, en algunos pasajes Dios es llamado a arrepentirse y ya que el arrepentimiento significa un cambio, ¿cómo se entiende la anomalía? Moisés estuvo cuarenta días en el monte y el pueblo de Israel estaba acampado abajo. Viendo que Moisés tardaba en descender, se pusieron inquietos y decidieron independizarse. Desafortunadamente Aarón accedió a su sugerencia y con la contribución de los zarcillos de oro de las mujeres formó un becerro de fundición. Luego “edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón: Mañana será fiesta para Jehová” Éxodo 32:5. Para colmo, Aarón había dicho “éstos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” v.4. Moisés no sabía nada de lo que acontecía, pero Jehová veía todo y ordenó a Moisés a descender del monte porque el pueblo se había corrompido practicando la idolatría. En el dialogo entre Jehová y Moisés, Jehová expresó su INTENCIÓN de acabar con el pueblo y formar a otro con Moisés a la cabeza, Éxodo 32:10....

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OTRO TRAMO

Servir al Señor es un privilegio. El toma en cuenta todo lo que se hace para Él. Quiere siervos activos y no pasivos. “… otro tramo… “ Nehemías 3:11, 19, 20, 21, 24, 27, 30. El capítulo 3 de Nehemías relata las actividades de varias personas cuando cooperaron con la reedificación de los muros de la ciudad de Jerusalén. Comienza con el sumo sacerdote y otros sacerdotes que edificaron puertas. Varones de Jericó también vinieron para poner de su parte. También hay mención de los tecoítas, agregando que sus grandes no se prestaron para ayudar y el comentario se torna más grave al agregar “a la obra de su Señor” (v.5). Se incluyen los nombres de individuos, de familias, aún de oficios, como de los plateros y comerciantes (v.31). Nos hace ver que la actuación de cada uno era anotada por Dios quien ha dejado constancia de ello en su Palabra. Sirve para recordarnos hoy también, el servicio de cada uno es tomado en cuenta. En siete versos se halla un comentario significativo pues había quienes hicieron su parte, y luego agregaron una parte adicional. Dice “otro tramo” que en hebreo significa “una segunda medida”. No satisfechos con hacer lo que se esperaba de ellos, desearon hacer una segunda medida, una parte adicional. Baruc, hijo de Zabai “con todo fervor restauró otro tramo” (v.20). Se entusiasmó al hacer la...

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El poder de la debilidad

¿Quién no ha peticionado al Señor ser aliviado de algún problema agobiante? Muchos responden en lo afirmativo y luego agregan que la petición no consigue el alivio deseado. La experiencia de Pablo quizás no ayudaría a entender por qué. “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2 Corintios 12:9. El apóstol Pablo tenía un problema físico que le llevó a pedir en forma especial que el Señor lo aliviara. Lo llamó “un aguijón en mi carne” y también “un mensajero de Satanás” v.7. Reconoció que si hubiera estado libre de lo que fuera su “aguijón”, existiría el problema de pecar exaltándose “desmedidamente”. Pablo insistió tres veces con el Señor que se lo quitara. El texto de cabecera contiene la respuesta. Pablo había de depender del Señor para soportar su problema, sabiendo que la parte saludable era que así no llegaría a pensar de sí mismo como gran cosa. En verdad Pablo fue privilegiado en comparación con todos los demás, pues el Señor le reveló el misterio de la iglesia. Tal privilegio sería suficiente para producir orgullo en cualquier. Reconoció que por “la grandeza de las revelaciones” el Señor le había asignado un contrapeso. Aceptó la respuesta de su Señor prometiendo el poder que da...

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Guardar silencio

Una de las situaciones más difíciles que tiene que enfrentar el ser humano y saber cuándo debe hablar o cuándo debe guardar silencio. Jesús es el ejemplo del hombre perfecto que supo controlar su lengua.  “Yo dije: Atenderé a mis caminos, Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, En tanto que el impío esté delante de mí. Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno”  Salmo 39:1-2 El salmista explica por qué había guardado silencio. Tenía temor de hablar algo equivocado. Hay otras razones porque nosotros guardamos silencio. Por ejemplo, es por ignorancia como cuando no sabemos qué opinión debemos ofrecer en una conversación. Otras veces es porque tememos las consecuencias. Si decimos algo, el otro podría responder con un comentario cáustico o darnos un reproche. Por temor a eso, guardamos silencio. A veces es por indecisión, es decir, entre las variadas respuestas, no sabemos cuál sería la adecuada. Pensamos, ¿qué puedo decir yo? Y esto paraliza la lengua. Así estamos silentes cuando quizás debiéramos decir algo. Hay casos en que alguien guarda silencio cuando la situación requiere una contribución. Si uno está indiferente en cuanto a la situación de otros, puede ser que peque con guardar silencio en vez de hablar. El Señor Jesús guardó silencio en diferentes oportunidades. Sin embargo, nunca fue por las razones ya sugeridas. Siempre sabía qué decir...

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