Los hijos de Dios valen
Afanarse por las cosas materiales de la vida es lo más natural, pero cuando deja a un lado la parte espiritual, es decir, la condición del alma, es una forma de codicia egoísta. Miremos más acerca de lo que Jesús enseñó al respecto. “¿No valéis vosotros mucho más que las aves?” Lucas 12:24 Un hombre se acercó al Señor pidiendo que Él interviniera en un problema familiar. Un hermano estaba disconforme con otro hermano que al parecer tenía más de lo que él consideraba justo. En respuesta, el Señor estableció que su misión en el mundo no fue la de ser juez o partidor de bienes. En seguida advirtió contra la avaricia que era la raíz del problema. El hombre tuvo su vista fija en aumentar sus posesiones. El Señor contó una parábola en que destacó que la codicia llega a un fin desastroso. La codicia es el deseo desmedido de tener más de lo que conviene. Contó la parábola de un hombre rico cuyo patrimonio se había incrementado tanto que no hallaba dónde guardar el exceso. Hizo planes para edificar más graneros y guardar todo para sí mismo. No entró en su mente la posibilidad de compartir sus posesiones con los necesitados. Luego estaría en condiciones de jubilarse para muchos años dedicado a reposar, comer, beber y pasarlo bien. Dios viene al hombre rico para revelarle que...
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