Mes: Septiembre 2014

TENGO SED

Mientras Jesús estuvo en la cruz habló siete veces. En cada oportunidad hubo un propósito puntual. Cuando dijo “tengo sed” mucho más que beber estaba involucrado. Resultó ser otra prueba más de que la muerte de Jesús y lo que obtuvo a través de ella había sido previsto muchos años antes.   “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed” Juan 19:28   El texto de cabecera tiene importancia por tres razones: 1. Jesús sabía que el sufrimiento por el pecado había terminado. 2. Jesús sabía que quedaba una profecía del Antiguo Testamento relacionada con su muerte sin cumplir. 3. Jesús atribuyó suma importancia a las Escrituras y se sometió a ellas obedientemente. El Señor Jesús sabía al término de las tres horas de tinieblas que todo el sufrimiento para quitar el pecado ya había finalizado. No tendría que sufrir por el pecado otra vez. Jesús había hecho todo lo que la justicia divina exigía en relación al pecado del hombre. Pero todavía no entregaba su espíritu al Padre. ¿Por qué? El sabía que quedaba una profecía para cumplir; “y en mi sed me dieron a beber vinagre, (o vino)” (Salmo 69:21). Este salmo fue escrito centenares de años antes. Especificó que darían vinagre o vino para beber. Jesús solamente dice, “Tengo sed”. No dice, “Tengo sed de...

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La tríada de fe del creyente: La fe que sostiene

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” Santiago 2-4 En la hora de la prueba el ser humano puede reaccionar de muchas maneras, sin embargo, sólo el creyente en Cristo puede dejar delante de su Dios su carga y descansar confiado en que ante la incertidumbre, el dolor y la pérdida “el eterno” cuidará de él (Deuteronomio 33:27). No se trata de no sufrir o no lamentarse. Por cierto que no, el dolor y el llanto tienen su razón de ser y es necesario expresarlos. No obstante, el sentido que tenga la prueba es demasiado distinto según si quien la padece conoce o no al Dios eterno y soberano. Un apreciado amigo acaba de sufrir un incendio en lo que constituía gran parte de su fuente de sustento. Creyente en el Señor con su esposa, Rodrigo ha escrito en su perfil de Facebook: “Tristes, pero con esperanza”. Poco antes había escrito: “Ahora volvemos a nuestra ciudad en medio de lágrimas, sabiendo que a través de ellas vemos la fidelidad de nuestro Dios”. Ellos son creyentes en Cristo y eso hace toda la diferencia. David en incontables ocasiones recibió de Dios la fuerza y el sostén para seguir adelante a pesar de que, humanamente hablando, estaba solo y lo había perdido todo (Salmo 55:16). El Salmo...

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La tríada de fe del creyente: La fe que santifica

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4). Una vez que el pecador ha puesto su fe en Cristo, Dios le declara justo, limpio y santo (1 Corintios 6:11). Los efectos inmediatos de esta fe que salva son la paz de Dios, “que sobrepuja todo entendimiento” (Filipenses 4:7) y el regocijo en la esperanza de la gloria de Dios, descrito como un “gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8). Sin embargo, al mismo tiempo en que es justificado, comienza la santificación. Muy pronto después de creer en Cristo el creyente aprende que el pecado ejerce su fuerza y constata su doble naturaleza: por un lado está la carne luchando en contra del Espíritu, la naturaleza pecaminosa oponiéndose a la gracia de Dios. Es entonces que el creyente comienza a echar mano de las promesas de Dios y, a ejercer una fe nueva en el poder de Dios y en su ayuda para vencer al mundo. El creyente se aparta del mundo, se aparta del mal y busca llevar su vida en la voluntad de Dios, viviendo por fe. Esta fe, sin embargo, no es pasiva o negativa. Esta fe nos insta a apartarnos del pecado pero consecuentemente, también a ejercitarla de manera activa. Este es el sentido principal de la santificación:...

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La tríada de fe del creyente: La fe que salva

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos” Hebreos 11:1-2 La escritura nos entrega una gran definición de la fe, en el versículo que encabeza esta meditación. Por la palabra de Dios aprendemos que la fe es el convencimiento de mente de que algo es verdadero y se basa en la confianza de que Dios siempre dice la verdad. La fe no surge de generación espontánea o de una manera confusa sino como resultado de haber sido enseñados en el mandamiento de Dios, y una vez comprendido su mensaje, este se acepta sin restricciones como de parte de Dios y no se discute si tiene lógica, si es racional o si está de acuerdo con mis opiniones. Como está escrito: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Sin embargo, puede haber personas que en un estado de mente impactado por la verdad gracias al Espíritu Santo, sólo sientan simpatía por las cosas del Señor y se equivocan al pensar que tienen la fe que agrada a Dios. Tenemos tristes ejemplos en la Biblia de hombres que conocieron acerca de la verdad de Dios pero nunca recibieron la salvación, como por ejemplo, el rey Agripa, o aquellos que son representados...

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Acordaos de las cosas pasadas

“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos” Isaías 46:9 En el capítulo 46 de Isaías vemos una muestra de la energía que Dios puso en mostrar a Israel lo alejados que habían estado de él. Les ha reprendido por generaciones pero este pueblo insiste en ir tras dioses falsos y adorar ídolos. Les muestra lo insensato del esfuerzo de fabricar una imagen y peor aún, postrarse delante de ella. En su afán por librarles del juicio que viene Dios les exhorta a que recuerden lo que ha sucedido en antaño y le miren a él como el único y poderoso Dios, su omnisciencia y sabiduría. El llamado que hace Dios a Israel a acordarse de lo que sucedió antes debiera hacer reflexionar al hombre actual. Dios nunca se ha quedado quieto con el juicio para con el pecado. Castigó al hombre cuando desobedeció (Génesis 3:16-19), castigó al hombre con el diluvio (Génesis 6-7), castigó a Egipto por no atender a su palabra (Éxodo 12-13). Siempre mostrando su poder y autoridad, pero Israel lo olvidó o desestimó. El hombre actual también ignora a Dios. Se ha provisto de explicaciones racionales para todo lo que ve y niega lo que la Biblia ha dicho. La posición que ha tomado es muy peligrosa pues está expuesto al juicio inminente de Dios. Esta actitud la describe muy claramente el apóstol Pedro:...

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