Mes: Septiembre 2014

La cruz de nuestro Señor Jesucristo (XIV): el lugar donde recurrir cuando estamos trabajados y cargados

Hemos mencionado algo acerca de la injusticia que el Señor Jesucristo sufre al padecer en la cruz del calvario, partiendo por su muerte vicaria. Continuemos considerando acerca de esto: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28 El apóstol Pedro ha escrito que, para los cristianos, es nuestro llamado el sufrir injustamente (1 Pedro 2:21). A continuación nos señala una lista de injusticias y la reacción del Cordero de Dios a ellas: “Cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (vv 23). Algo de esto hay también cuando el escritor a los Hebreos no muestra que nos hemos acercado a Jesús (aquellos que han atendido el llamado “Venid a mí”), y a la sangre rociada de uno que sufrió injustamente, como Abel. Pero esta sangre habla mejor que aquella. La de Abel fue la sangre derramada de un justo que confió en un sustituto para ser acepto delante de un Dios santo: “alcanzó testimonio de que era justo” (Hebreos 11:4). Abel no era intrínsecamente justo, pero fue declarado justo por la fe. Su sangre habla un mensaje muy potente, el de la justificación por la fe, y fue sangre derramada injustamente. Sin embargo, la sangre del Señor Jesucristo habla mucho mejor que la de Abel, pues es la de...

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La cruz de nuestro Señor Jesucristo (XIII): el lugar donde Cristo padeció injustamente por nosotros

Prosiguiendo con el estudio de la cruz de Cristo, miremos brevemente algunas implicancias que ella tiene para los creyentes. “Sufrió nuestros dolores” Isaías 53:3 Jesús invitó a todos los trabajados y cargados, es decir, a los que están fatigados por el trajín, el ajetreo, la duda, la prueba interminable, las frustraciones, los que sienten un gran peso en el alma: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Hay muchos trabajados y cargados en el día de hoy, cristianos y no cristianos. Es decir, no sólo a los inconversos dirige nuestro Señor su llamado, sino a todos los que se hallan trabajados y cargados. Su llamado, tanto para los unos como para los otros, tiene su fundamento en su obra y en su muerte vicaria. Es en la cruz de Cristo donde se halla el poder para salvar al pecador, quien al poner su fe en esa persona bendita y en ese sacrificio, recibe la salvación (2 Timoteo 3:15). Pero también el poder de la cruz es para cada día y para cada momento. Somos llamados a considerar “a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo” para que nuestro ánimo “no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:3). ¿Cómo es eso posible? Bueno, tiene que ver con que todo cuanto podemos sufrir en esta vida, él lo sufrió...

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ERA NECESARIO

La conversación que Jesús sostuvo con los dos en el camino a Emaús tiene que haber sido muy especial porque Él habló de las profecías y como fueron cumplidas en Él. “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?” Lucas 24:26 Dos discípulos del Señor Jesús volvían a su casa, desconsolados. No se sabe por cuánto tiempo habían sido seguidores de Jesús, pero creyeron a los profetas y concluyeron que Jesús de Nazaret era el Mesías prometido. Para ellos, “Jesús nazareno, fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo” Lucas 24:19. Esperaban que “él era el que había de redimir a Israel” v.21. Pero todo se vino abajo, cuando en vez de ver a Jesús coronado y entronizado, le vieron morir en una cruz. A pesar de saber las noticias de la resurrección de Él, no las habían creído. “Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos” Lucas 24:15. ¡Jesús mismo! Un ángel no fue enviado para consolarlos sino Jesús mismo vino. Después de escuchar su relato de los eventos, les reprendió por su tardanza en creer. Luego les preguntó: “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?” v.26. ¿Por qué era necesario? Los dos discípulos habían visto...

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EL VELO ROTO

En forma milagrosa el velo del templo se rompió en dos cuando Jesús entregó su espíritu en la Calavera. ¿Cuál fue el significado de eso? Lea lo que la Biblia dice. “Teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,… acerquémonos con corazón sincero” Hebreos 10:19-20; 22 Mientras Jesucristo estuvo en la cruz, habló siete veces en voz alta. En cada ocasión, tocó un tema definido demostrando su misericordia cuando pidió perdón por los que le habían maltratado. Demostró preocupación filial cuando encomendó a María su madre al cuidado de Juan el apóstol. La respuesta dada al malhechor que pidió ser tomado en cuenta en el reino del futuro del Señor fue sorprendente. En vez de hablar del futuro, Jesús le aseguró que aquel mismo día estaría con Él en el paraíso. ¡Qué promesa más extraordinaria! Su destino sería la mismísima presencia del Señor Jesús. Jesús habló por séptima vez entregando su espíritu al Padre. Tan pronto que habló, entregó su espíritu. Luego ocurrieron una serie de eventos extraordinarios. El lugar de la calavera estuvo a una buena distancia del Templo. Estaba fuera de la ciudad de Jerusalén. Dentro del templo, los sacerdotes atendían las actividades normales del lugar sagrado. El lugar más sagrado era el lugar...

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LA GENEROSIDAD, SEÑAL DE MADUREZ

En la ley de Moisés Dios estableció un interesante principio de generosidad esperando que su pueblo lo practicara. Lea de ella. “El que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” Romanos 12:8 Si ciertas leyes dictadas por Dios referentes a los ricos fueran proclamadas por algún gobierno hoy, tendrían poca probabilidad de ser aprobadas. Por ejemplo en Deuteronomio 15, hay una ley que declaraba cada séptimo año como el año de la remisión de Jehová. Los acreedores debían perdonar a su deudor, sin demandarle por el monto prestado. Dios quería que prevaleciera un trato hermanable entre los israelitas. Habían de recibir parcelas agrícolas como herencia y Dios quería que las familias las tuvieran a perpetuidad. Dios no quiso ver a los pobres oprimidos, sino animados a superar a la pobreza. Cada año séptimo los más solventes debían librar a sus endeudados. De esta manera reflejaban el carácter misericordioso de Dios. Al perdonar la deuda, el acreedor mostraba madurez y conciencia de lo que el mismo había experimentado bajo la mano bondadosa de Jehová. La ley fue dada “para que así no haya en medio de ti mendigo” Deuteronomio 15:4. Jehová se había comprometido bendecir al pueblo “con abundancia en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la tomes en posesión”. Ellos mismos...

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