Mes: Septiembre 2013

El reino de los cielos se ha acercado (I)

“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” Mateo 3:2 En Mateo, después de que se nos relata el nacimiento de Jesús, se nos dice que vivió en Nazaret. Pasado un tiempo, Mateo nos cuenta que aparece juan el bautista predicando en el desierto de Judea. Su mensaje es nuevo, y en cierto sentido revolucionario: “Dios se ha acercado”, y lo dice de la siguiente manera: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). Deja claro que se trata de un acercamiento personal, a través de una persona: “Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas” (Mateo 3:2-3). El que viene es nada menos que el Señor y su reino. Es tiempo que el Mesías tome el dominio (Daniel 7:13-14), y porque este rey viene, los auditores de Juan requieren un cambio radical de mente y de corazón, con una transformación de vida para prepararse apropiadamente para el rey y su reino. Este mensaje, desde luego, era chocante. Creían que estaban OK con Dios pero en realidad no estaban preparados para la venida del Mesías. Muy por el contrario, estaban perdidos y absolutamente fuera del reino. Juan les declara abiertamente que ellos no son mejores que los gentiles, a quienes despreciaban. Entonces, Juan comenzó...

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Acordaos de la mujer de Lot

“Acordaos de la mujer de Lot” Lucas 17:32 Esta es una advertencia solemne. Una mujer que fue casi salvada, pero que se perdió completamente. Casi salvada, aparece en la historia del Génesis 19 para desaparecer de nuevo. Tan pronto se menciona, su persona se desvanece. La ciudad en llamas estaba detrás, los ángeles le habían señalado la salida, su esposo e hijos van a su lado, el refugio escogido no está lejos, quizá a la vista… No obstante, casi salvada, pereció. Esta mujer fue privilegiada, tenía un marido que era un hombre de fe y justo (2 Pedro 2:7), recibió visitantes celestiales,  recibió una advertencia divina, vió a los malvados ser castigados. Su situación se parece a la de muchos en el día de hoy. Han escuchado el evangelio, del juicio que viene, de la vida eterna y el perdón de los pecados que se recibe gratuitamente por creer en Cristo. Tal vez tienen conocidos y familiares que también han escuchado lo mismo y que han creído, pero algunos han oído la advertencia divina, conocen del juicio de Dios, y sin embargo se pierden, muy cerca de haber obtenido la salvación. Esta mujer tuvo la oportunidad de ser salva pero la desperdició y el Señor Jesucristo le menciona como ejemplo terrible. Es una señal de alerta y de admonición, y la estatua de sal permanece como recordatorio en la...

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De en medio del fuego (VII)

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” Mateo 5:16 Al mirar la ley y el evangelio comprendemos que hay dos pactos diferentes, pero un mismo Dios redimidor, que es constante. La Biblia enseña que la ley se hizo necesaria por el pecado. Antes de la caída Adán y Eva no necesitaban mandamientos, pues la ley de Dios estaba perfectamente escrita en sus corazones y la cumplían sin esfuerzo, naturalmente. No era necesario su poder preventivo. No obstante, después de la caída necesitamos desesperadamente una ley escrita que pueda ser conocida, si bien antes de la ley había ley, El pasaje del Génesis es muy decidor: “Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:5). ¿De qué ley está hablando Dios? Este pasaje es del Génesis, muchos siglos antes del Sinaí. Los pueblos paganos en la tierra de Canaán estaban rodeados de confusión acerca de las demandas que exigían sus dioses. O bien sacrificaban sus niños al Moloc, o derramaban sangre humana a Baal (1 Reyes 18:26-29). Otras deidades paganas eran adoradas en cultos llenos de inmoralidad. ¿Qué va a demandar este Dios que se hace llamar “YO SOY”? Israel en su momento entró en Egipto en unas pocas familias con el patriarca Jacob de edad avanzada. Cuatro siglos...

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De en medio del fuego (VI)

“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí” Habacuc 3:2 La ley fue entregada por Dios en una manifestación audiovisual sobrecogedora e imponente. Así tenía que ser pues Dios estaba comunicando al pueblo sus demandas, en sus propias palabras. De todo lo que se vio, lo importante fue lo que Dios habló de en medio del fuego a oídos de su pueblo, los diez mandamientos, que sabemos cuántos son pero no muy bien lo que son. Es verdad que en nuestro tiempo actual las palabras del Sinaí parecen lejanas y los 10 mandamientos algo simbólico, pero este cuerpo de leyes concretas no son registros arcaicos y que deban ser piezas de un museo. Lo cierto es que la iglesia de esta edad, no obstante el tiempo que ha pasado desde que Dios habló en Sinaí, debe volverse al antiguo testamento. Debemos volver a esta ley de Dios no sólo porque “toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 4:16). La razón es otra: la ley es pertinente a la iglesia y eso lo encontramos claramente en la epístola a los romanos. Pablo dice que por la paciencia, o mejor dicho la “paciente perseverancia” y la consolación de las escrituras la iglesia puede tener esperanza (Romanos 15:4). Es decir, ¡la ley del antiguo testamento es para instrucción y esperanza de la iglesia! Esto es algo inesperado. Un lector que...

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De en medio del fuego (V)

Santas palabras de nuestra fe, Traídas de arriba hacia esta edad, Vinieron a nosotros con sacrificio, Oh, las fieles palabras de Cristo escuchad. Santas palabras preservadas desde antiguo, En este mundo para nuestro andar, El corazón mismo de Dios en ellas resuena, Oh, que estas antiguas palabras nos enseñen, dejad.       — Ronnie Freeman Jr.   Dios ha hablado, y si Dios ha hablado, debemos confiar. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 4:16) y debemos defender su autoridad y perfección. ¡Son las palabras de Dios! Somos responsables de oírlas, enseñarlas y cumplirlas. Son palabras dignas de toda aceptación y crédito por parte nuestra. Las palabras humanas son dependientes del contexto, la madurez de quien las enuncia, su limitado conocimiento en el momento, y el contexto en el cual se desenvuelve. No podemos confiar en las palabras del hombre mas tenemos toda confianza en las palabras de Dios. La Biblia no es un libro que dice cosas ciertas acerca de Dios. La Biblia es la palabra de Dios. Si Dios ha hablado, confiamos en su palabra porque confiamos en él. Desconfiar de ella es desconfiar de Dios mismo. Al final el autor de estas palabras es quien sostiene la fe del corazón dubitativo. Sabemos quién habló y nuestras dudas desaparecen. No haya desconfianza de nuestra parte en la misma palabra de Dios. Ella es nuestra esperanza para esta...

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